Con Mourinho conviene tener a mano el traductor futbolístico y el psicológico. Sus decisiones traspasan los dos ámbitos y se entremezclan con facilidad. Mientras otros técnicos preparan a sus pupilos para la competición, Mourinho lo hace para la guerra. Allí, cualquier detalle puede ser decisivo. La gestión del vestuario es una de sus obsesiones.

Mourinho opta por un estilo de gestión de grupos autoritario. Necesita dejar su impronta desde el primer momento. A su llegada a Manchester, según medios ingleses, Mata sería uno de sus primeros descartes, en lo que parece el segundo capítulo del distanciamiento entre ambos que acabó con el asturiano fuera del Chelsea en 2014.

Habrá quien argumente la decisión en una lectura futbolística. Quizás el juego de Mata no casa con el estilo de los equipos de Mourinho: físicos, rápidos, trufados de atletas? Conjuntos que atacan al espacio, no a partir de la pelota. Y la especialidad de Mata es la de crecer con cada contacto con el balón. Pero Mourinho nunca rehúsa a algunas dosis de talento extra. "Ser organizado no es ser defensivo", se ha sacudido en algunas ocasiones su fama de precavido. Özil, con algunas características comunes a Mata, era referencia en su Madrid. Hazard, más vertical que el asturiano aunque también rebosante de talento, lo fue en su último Chelsea.

La posible salida de Mata parece más una cuestión relativa a la personalidad del entrenador. En todos sus destinos, Mourinho ha usado un conejillo de indias para mostrar su fuerza ante el grupo. El primer mensaje de autoridad en dirección al vestuario.

Pero el caché de Mata sigue intacto y no le faltarán ofertas. El Barça es uno de los que podría estar interesado. En el caso azulgrana le sucede, en el análisis deportivo, exactamente lo contrario que con Mourinho: su estilo, de pase y asociación, encaja con el estilo de la casa. Cuando el debate es solamente futbolístico, Mata sale reforzado.