Hay Liga. O al menos, el Fútbol Club Barcelona se está empeñando en que así sea porque, tras tener una distancia más o menos segura con sus perseguidores, ayer volvió a tropezar. Esta vez ante la misma piedra de siempre, la Real Sociedad, y las diferencias con Atlético de Madrid y Real Madrid -tres y cuatro puntos, respectivamente- son poco menos que asequibles para rojiblancos y merengues.

La Real Sociedad volvió a ganarle al Barça. Lo hizo por quinta vez en las últimas seis temporadas. En esta ocasión, con un gol en el inicio del encuentro de Mikel Oyarzabal. Y con ello, demostró que el conjunto culé se deshincha. Porque los de Luis Enríque, ayer, partían con la ventaja de saber que no podía permitirse lujos y debía erradicar todas las dudas que sus últimas actuaciones en el campeonato doméstico habían despertado.

Pero no fue así. El Barcelona entró con mucho respeto y, muy pronto, comenzó a verlas negras. Incluso con miedo. Y es que, en la segunda jugada trenzada por los donostiarras, un medido centro de Xabi Prieto a la cabeza del joven Oyarzabal era cabeceado a gol por el último talento surgido de Zubieta ante la cara de incredulidad de Luis Enrique, que empezaba a no ver nada claro un triunfo de su equipo. Los guipuzcoanos se lo creyeron y el Barça estuvo a su merced durante el primer cuarto de hora, en el que se las veía y se las deseaba para frenar las acometidas locales dirigidas casi siempre por el mexicano Carlos Vela.

Reaccionó el campeón y pudo empatar el partido en el minuto 33 tras una trenzada jugada de Messi, Neymar y remate a bocajarro de Arda Turan detenido de forma excepcional por el guardameta argentino Gero Rulli.

El conjunto de Luis Enrique a partir de ahí creció y ofreció las prestaciones habituales en su juego, posesiones infinitas y juego de bandas que no encontraba recompensa porque los vascos eran un muro de contención.

Rulli tendría que volar nada más iniciarse la segunda mitad para evitar el gol de Iniesta en un tiro desde fuera del área que iba a la escuadra hasta que apareció la mano del argentino.

El Barca tendría más, como otra en una falta directa que Neymar envió rozando el palo de la portería realista cuando Anoeta temía el empate, que seguía sin llegar, a medida que el partido avanzaba peligrosamente para los barceloneses.

Luis Enrique movió el banquillo a la desesperada y para el minuto 70 había hecho todos los cambios, fortaleciendo el centro del campo con la entrada de Rakitic para afrontar el tramo final, en el que nuevamente Rulli intervino para evitar el gol de Messi, una de esas que el astro azulgrana no desperdicia.

El gran jugador argentino quemaría el último cartucho para su equipo a cinco minutos para el final, de cabeza, que nuevamente detuvo con clase Rulli para evitar el gol azulgrana y consumar la realidad más evidente. Hay Liga.