La mediática confesión en un hotel de Los Ángeles de María Sharapova, ganadora de cinco títulos del Grand Slam, ha sacudió nuevamente el mundo del tenis. Un deporte salpicado por el apaño de partidos durante el pasado Abierto de Australia y que ahora sufre otro duro golpe al ver como una de sus más famosas compontentes es acusada de dopaje.

En Melbourne, Sharapova fue apeada en los cuartos de final por la estadounidense Serena Williams. Allí, la rusa fue requerida para un análisis. Su resultado: positivo. La sustancia: Meldonium.

Sharapova, alejada del circuito femenino de la WTA desde esa derrota, asumió su "terrible error" y dijo desconocer la prohibición de una sustancia que, según su relato, consume desde hace diez años para tratar una serie de problemas de salud, como gripes recurrentes o electrocardiogramas irregulares. Además, se hizo pruebas de la diabetes, una enfermedad que afecta a su familia.

Practicante del tenis desde que tenía cuatro años, Sharapova se convirtió en profesional en el año 2001 tras su paso por la Academia de Nick Bollettieri. A su ascenso en el ránking le siguieron jugosos contratos publicitarios y esa aura que rodea a las superestrellas pero, desde el pasado lunes, Sharapova ya no brilla con fuerza en el firmamento deportivo. Y su caída en desgracia también ha comenzado a darse donde mejor se ha defendido en los últimos años, fuera de las pistas.

"Sé que tengo que afrontar las consecuencias", manifestó la jugadora de Niagan, tenista mejor pagada del mundo en 2015 según la revista Forbes (27 millones de euros). Un puesto que podría abandonar rápidamente tras la decisión tomada por varias de las marcas que patrocina.

Por segunda vez en los últimos días, Nike ha tenido que terminar su relación contractual con un deportista. Hace poco fue el boxeador Pacquiao por sus homofóbicas declaraciones, y ayer fue con la rusa, con la que tenía firmado un contrado hasta 2018 por un importe de 70 millones de dólares desde 2010.

"Nos sorprenden y entristecen las noticias sobre Maria Sharapova. Hemos decidido suspender nuestra relación con ella mientras la investigación proceda. Seguiremos monitorizando la situación", informó la compañía en un comunicado. Una postura que no ha sido solamente adoptada por la marca deportiva ya que tanto Porche como Tag Heuer han obtado por romper sus respectivas relaciones comerciales con Sharapova.

"Asumo toda la responsabilidad. Cometí un gran error", declaró Sharapova, quien tiene por delante un negro futuro. No solo porque puede recibir una sanción de cuatro años sin poder competir -en el mejor de los casos- sino también porque sus principales fuentes de ingresos (contratos publicitarios) se verán enormemente menguadas en los próximos días.