La cascada de goles, la tarde mágica de Cristiano Ronaldo y una segunda parte espectacular ante el Celta (7-1) aplacaron el estado de ánimo de la afición del Real Madrid, al acecho de cualquier contrariedad para hacer pública y evidente la pérdida de su paciencia.

Al borde de la desesperación en un año plagado de sinsabores, el comportamiento del seguidor blanco era uno de los aspectos a tener en cuenta con la visita del Celta. Un caramelo envenenado. Uno de los equipos más equilibrados de Primera. Capaz de convulsionar a cualquier rival.

"Para llevar este escudo hay que sudar la camiseta. Di Stefano", rezaba una pancarta presentada por la grada de animación en el fondo sur dirigida a los jugadores.

En otra, en una zona diferente del estadio, que fue retirada por los servicios de seguridad del club blanco, se leía: "Escuche al estadio y dimita Florentino", en alusión al presidente del Real Madrid.

Fueron síntomas de descontento expresados por la grada, que asumió escéptica el sábado de fútbol.

Con la misma resignación con la que aceptó la derrota al final del derbi ante el Atlético de Madrid (0-1), irrumpió el mismo día, sábado, y a la misma hora, las cuatro de la tarde, en un nuevo compromiso del conjunto de Zinedine Zidane.

Solo una cosa es peor que el enfado, que el disgusto: la indiferencia. Y el actual plantel del Real Madrid, excluido hace tiempo de la pelea por la Liga, ha conseguido que su seguidor, exigente, inconformista y sabio por tradición, contemple sin esperanza el devenir de su equipo.

A pesar de la lejanía en la que se encuentra el Barcelona y la distancia que ya le separa también del Atlético de Madrid, el fan intenta adaptarse a un nuevo fracaso.

No hubo pitos en el recital de alineaciones, ni protestas de entrada cuando el once saltó al césped. Solo tibieza e insensibilidad.

La afición del equipo madridista, que señaló a Rafael Benítez tras el ridículo en la Copa del Rey por el caso Cheryshev, aún busca a quién culpar del desencanto liguero. Comprensiva con los jugadores, empezó a mirar al palco después de caer contra el Atlético de Madrid.

Sin embargo, y a la espera de que la Liga de Campeones tenga un efecto balsámico en el curso, el seguidor blanco está a la expectativa.

El partido contra el Celta probó una vez más que el ánimo del aficionado blanco está al límite. No hubo pitos para Isco, uno de los señalados por el entorno madridista. Tampoco para James, el otro, cuando su nombre fue citado por megafonía.

Hubo síntomas de desesperación tras un remate al larguero del jugador del Celta Yago Aspas y ante la falta de profundidad y de ocasiones del conjunto de Zidane, que apenas inquietó al Celta en la primera parte.

El gol de Pepe en el tramo final antes del descanso permitió una retirada tranquila del conjunto blanco.

El público la tomó al principio con Cristiano Ronaldo. Un mal pase, sin destino y sin resultado, propició las protestas más sonoras hasta ese momento.

Cristiano no se quedó quieto y respondió. Hizo el segundo, con un disparo enorme, y se llevó la mano a una oreja. Y ahora, ¿qué?, pareció decir el portugués al gentío. La satisfacción y el desahogo pasó por alto la respuesta desafiante de Ronaldo, el más beneficiado por la salida en tromba de su equipo. Ronaldo superó este sábado, con sus cuatro goles ante el Celta, al exjugador del Athletic Club Telmo Zarra, que sumaba 251 tantos, y ya es el segundo máximo anotador en la historia de la Liga española, sólo por detrás de Leo Messi (305 goles).

El Real Madrid ofreció unos de sus mejores minutos de la temporada. Y eso sirvió para devolver la sonrisa a la afición y aplacar los traumas.

El Celta despertó a falta de media hora, cuando Yago Aspas marcó. El regreso de Gareth Bale fue asumido con esperanza. El aficionado se aferra al galés, que dejó el equipo por lesión hace 47 días, cuando estaba en su mejor momento. Se aferra la grada al ímpetu de la cantera y también a Bale. Más por lo que puede llegar a hacer que por lo que ha hecho hasta ahora.

Gareth Bale sustituyó a Isco, despedido con aplausos por la afición, en pleno éxtasis por la goleada. Igual que Borja Mayoral, el aire fresco que Zidane ofrece a la tribuna.

Dejó su sitio a Jesé, otro de los señalados, que fue recibido con división de opiniones, pero indultado después cuando marcó un gol en una tarde espectacular del Real Madrid.