La selección española de balonmano volverá a disputar una final de un Campeonato de Europa doce años después, tras imponerse por 33-29 a Croacia en una semifinal, que España decantó a su favor gracias al talento y, sobre todo, el carácter de su banquillo.

No lo tuvo fácil, sin embargo, el conjunto español, que pese a las continuas advertencias tanto del seleccionador como de los propios jugadores, careció de inicio de la claridad ofensiva para superar la defensa de una Croacia, que como era previsible, no tardó en castigar al contragolpe los errores de los "hispanos".

Así, en un visto y no visto, en apenas cuatro minutos de juego, España se encontró con tres goles de desventaja (1-4) en el marcador, que obligaron a pedir con urgencia un tiempo muerto al preparador español Manolo Cadenas. Un parón que sirvió para aclarar un poco las ideas del equipo español, al menos, las del central Raúl Entrerríos, que con dos perfectas asistencias y no menos sobresaliente gol logró recortar (4-5) las diferencias.

Pero el control del partido siguió en posesión del equipo balcánico, que castigó todas y cada una de las indecisiones del conjunto español (10-13). El guion que parecía inalterable encontró una inesperada solución en el banquillo, con la entrada en la pista de los laterales Antonio García y, sobre todo, del joven Alex Dujshebaev.

España halló en Dujshebaev el revulsivo que necesitaba en ataque, de la mano del joven jugador del Vardar, el equipo nacional, por fin, logró mover con velocidad y criterio el balón hasta encontrar soluciones en ataque.

Una mejoría que no tardó en contagiarse a la defensa del equipo español, que comenzó a controlar cada vez más y más a los lanzadores balcánicos, hasta dejar sin ideas a una Croacia, que ahora era víctima de su arma favorita, el contragolpe. A la carrera, la selección española no solo recuperó su mejor versión, sino que logró dar, y de qué manera, la vuelta al marcador con un contundente parcial de 8-1, que permitió a los "hispanos" marcharse al descanso con una ventaja de cuatro goles (18-14), inimaginable apenas unos minutos antes.

Los goles de García permitieron que España aguantará durante unos minutos su ventaja (23-19) en el tanteador, pero el problema del cansancio, comenzaba a planear sobre el conjunto español, en concreto, sobre Dujshebaev al que la falta de aliento le hizo ir perdiendo poco a poco lucidez.

Suficiente para que Croacia lograse acercarse (24-23) en el marcador. Toda una prueba para conocer realmente el carácter de una selección, que si algo había tenido hasta el momento de positivo en este Europeo, a falta de juego, había sido su oficio para manejarse en los momentos de máxima tensión. Fue un examen que pasó y con creces el equipo español. Pese a los apuros que le creo la defensa individual que Croacia planteó por toda la pista, manejó con madurez el partido hasta sellar definitivamente la victoria (33-29) con tres paradas consecutivas, dos de ellas de penalti, del joven Gonzalo Pérez de Vargas.