Zinedine Zidane se ha convertido en centro de atención del madridismo, elegido por la directiva que encabeza Florentino Pérez para ser el sucesor de Rafa Benítez si no endereza el rumbo del Real Madrid. El francés vive estos días con su mente centrada en el encuentro del sábado ante el Talavera pero consciente de que una sorpresa del Rayo Vallecano este fin de semana frente al primer equipo blanco forzaría un salto para el que ya se siente preparado.

Zidane es una figura querida y respetada en el vestuario del Real Madrid. Cuenta con el afecto del presidente Florentino Pérez y la admiración de una directiva que lo fichó en el punto álgido de su carrera como futbolista y ha facilitado su crecimiento como entrenador.

No le permitió iniciarse en los banquillos lejos del club, en Francia, pese a las propuestas que recibió y en el momento en el que se vio preparado para ser primer entrenador, le entregó al Castilla con un alto nivel de empatía. La pasada campaña, en cuya pretemporada visitó el Ruta de la Plata para enfrentarse en un amistoso al Zamora CF, no se cumplió el objetivo del ascenso y nadie en el club dudó de su continuidad.

Su etapa como segundo de Carlo Ancelotti, el año de la conquista de "La Décima", dejó una progresión como un entrenador que siempre estaba cerca del jugador. Su imagen ejercitándose en los rondos con la plantilla, incluso participando de algún partidillo, era habitual. Tanto como sus charlas en solitario con cada jugador. Conocedor como nadie del código del futbolista, su presencia aumentaba la complicidad ya existente del grupo con el primer entrenador, algo que no existe en el presente con Rafa Benítez y su equipo de trabajo.

Zizou, a quien se le suele asociar su timidez en la gestión de grupos como principal punto a corregir como técnico, está centrado en el Castilla, con el que se ha marcado el objetivo de hacerle retornar a la Segunda división del fútbol español. Y tras su primer intento fallido, en la presente campaña está en el camino, segundo de su grupo por detrás del líder, el Barakaldo, con tan solo tres puntos de diferencia tras firmar 35 puntos en 17 jornadas disputadas.

Según informaron a diferentes medios fuentes cercanas a Zidane, su deseo en el caso de que sea el elegido para ser siguiente entrenador del Real Madrid, es asumir la dirección del equipo a final de temporada y no convertirse en una solución de urgencia. Sabe que ese no es el mejor escenario ideal para el debut en Primera División y que llegaría con un ambiente enrarecido tanto en el interior como alrededor del equipo. Pero en el caso de que la directiva ya no vea sostenible la situación de Rafa Benítez y le llegase un ofrecimiento, el francés no diría que no a uno de sus principales sueños a cumplir como entrenador.

En su discurso sólo está el Castilla ahora mismo. Y es normal. Sin embargo, el legendario astro galo es buen conocedor del primer equipo y de todo lo que ocurre de puertas para adentro en el equipo en el que ha convivido con gran parte de la plantilla. Keylor Navas, Kiko Casilla, Danilo, Toni Kroos y James Rodríguez son los únicos con los que Zizou no ha tenido trato sobre el terreno de juego o en el vestuario. A Dani Carvajal, Nacho Fernández, Casemiro o Lucas Vázquez los conoce de la cantera. Y con los pesos pesados tiene un respeto máximo y mucha complicidad.

El éxito de su compatriota Karim Benzema en el Real Madrid tiene gran parte de "culpa", así como de la llegada y el crecimiento de Raphael Varane. Son dos jugadores de presente brillante y futuro esperanzador para el madridismo que tienen el "sello Zidane". Su momento se acerca, él mientras se mantiene fiel a su estilo, con el respeto y la prudencia por bandera, y se centra en una sola cosa, el partido ante el Talavera de la Reina.