La plaga de lesiones, acentuada por la baja de larga duración de un comodín como Rafinha, ha obligado al técnico del Barcelona, Luis Enrique Martínez, a buscar soluciones en los rincones más recónditos de su fondo de armario y disimular, así, las carencias de una plantilla corta.

El primer equipo azulgrana deberá sobrevivir a un calendario diabólico con la disputa de al menos 18 partidos -19 si consigue el billete a la final del Mundial de Clubes- hasta el inicio del mes de enero, momento en el que Arda Turan y Aleix Vidal podrán debutar tras cumplir la sanción impuesta por la FIFA.

Más de cien días en los que el Barça, además deberá visitar estadios complicados como el Santiago Bernabéu, Mestalla y el Sánchez Pizjuán, y asegurarse el billete a los octavos de final de la Liga de Campeones.

Un maratón que el campeón del triplete deberá superar con un total de dieciocho jugadores de campo: nueve defensas (Douglas, Piqué, Alves, Alba, Mascherano, Bartra, Mathieu, Vermaelen y Adriano), cuatro centrocampistas (Busquets, Sergi Roberto, Iniesta y Rakitic) y cinco delanteros (Messi, Neymar, Suárez, Sandro y Munir).

En la zaga, Luis Enrique atesora alternativas suficientes para solventar imprevistos. Adriano y el reciclado Sergi Roberto pueden suplir a los laterales Alves y Alba, mientras que Mathieu, Bartra y el ahora lesionado Vermaelen son relevos de garantías para dos indiscutibles como Piqué y Mascherano.

Las opciones, sin embargo, decrecen considerablemente en la zona ancha y en la delantera. La baja de un todoterreno como Rafinha -que estará por lo menos seis meses en el dique seco- deja en evidencia la falta de recursos del Barcelona.

Luis Enrique ha pasado de poseer a Xavi y Pedro como suplentes de lujo, a tener que recurrir a jóvenes como Munir y Sandroz, dos jugadores que el año pasado alternaban su participación en el filial, que descendió a la Segunda División B, con apariciones fugaces en el primer equipo. Precisamente, ambos delanteros, cuya participación hasta la fecha había sido testimonial en este inicio de temporada, disputaron anoche ante el Levante los 90 minutos.

Sandro, un cazador de goles, dio descanso a Luis Suárez, mientras que Munir, un fino mediapunta zurdo, suplió a Andrés Iniesta. Su incidencia fue más bien discreta, aunque el técnico resaltó que le "gustaron mucho" y son "jugadores de futuro".

Junto a ellos, también fue novedad Gerard Gumbao, que debutó en la Liga tras jugar hace año y medio en la Girona B.

Alto y sólido defensivamente, este mediocentro parece ser el elegido de Luis Enrique para reforzar el mermado fondo de armario del Barça. "Tiro del filial por narices, no hay más remedio", comentaba ayer el técnico antes de recibir al Levante.

Gumbau ha pasado por delante de otro centrocampista como Sergi Samper, para muchos conocedores de La Masia, uno de los jugadores llamados a mantener en un futuro no muy lejano las esencias del fútbol azulgrana en la medular. Un jugador que el asturiano también tiene en la recámara. Aunque la decisión de Luis Enrique no permita evaluar lejanos objetivos. Su necesidad es la de jugadores de rendimiento inmediato que llenen urgentemente y de manera transitoria un fondo de armario vacío por las lesiones y la sanción de la FIFA. Racambios que el técnico ha comenzado a poner a prueba.