La Asociación Motociclista Zamorana pretende dar un nuevo formado a la prueba de el Moskito que organizó por segunda vez el pasado fin de semana en el Polígono de La Hiniesta de Zamora y en la que se consiguió recorrer 1.086 kilómetros que se traducirán en ayudas para el Banco de Alimentos.

La intención es añadirle otros atractivos a esta actividad benéfica que hasta el momento consistía en que los aficionados podían dar vueltas al circuito establecido sobre el Vespino que ha dado ya dos veces la vuelta a España, como una forma de recaudar fondos para fines benéficos.

Por segundo año consecutivo el Vespino fue utilizado durante 24 horas sin parar más que para el cambio de pilotos, como una forma de demostrar que esta moto posee una gran fiabilidad y de atraer a numerosos ciudadanos nostálgicos que tuvieron esta moto en su época dorada.

No se trataba en esta ocasión de batir ningún récord sino de que los aficionados pudieran disfrutar de esta actividad y el objetivo se consiguió con creces con una buena colaboración, incluso de pilotos en activo como es el caso del benaventano Iker Carrera que estuvo presente para mostrar su apoyo a la iniciativa.

La intención de la AMZ es darle un giro y convertir esta actividad en una concentración en la que se realicen todo tipo de actividades relacionadas con el mundo del Vespino y de las motos en general.

Se trata de un Vespino diseñado para resistir en las dos vueltas a España que ha cubierto ya, una prueba no competitiva para recorrer todas las capitales de provincia y en cada una de ellas se cambiaban los pilotos. La Vuelta a España se completó en solo nueve días: desde Murcia hasta Murcia.

El Vespino ya de por si es un vehículo que no daba prácticamente problemas aunque éste se encuentra un poco más preparado para que pueda resistir estas pruebas de resistencia: jornadas de 300 a 500 kilómetros cada día, muy exigentes para una moto que, como mucho alcanza los 60 o 70 kilómetros por hora.

La primera edición de la Vuelta a España se realizó sin parar absolutamente nada y se produjeron algunos problemas con los relevos de los pilotos: si había algún retraso se rompía la cadena y tenían que pilotar los que llevaban la furgoneta de apoyo. Por eso en la segunda edición se optó por descansar por las noches.

Y la solidez demostrada por la moto a lo ancho de la geografía española volvió a quedar patente en el Polígono de La Hiniesta de Zamora para superar los mil kilómetros sin que se produjera ningún problema mecánico.