Como recordarán (o no, las capacidad de recordar tonterías no es ilimitada), el futbolista sueco Ibrahimovic no culpó a Guardiola de su salida del Barça en dirección al Milan, sino que culpó al "filósofo" Guardiola. No es lo mismo "Guardiola" que el "filósofo Guardiola". Al definir a Guardiola como "filósofo", Ibrahimovic quiso ofender, molestar, desprestigiar, desacreditar al arquitecto del mejor Barça de la historia. Por supuesto, no lo consiguió. El gran Shaquille O´Neal (la NBA ya no es lo mismo sin él), era tan aficionado como Ibrahimov a soltar frases epatantes, pero el pívot estadounidense no solo tenía más gracia que el delantero sueco sino que, además, tenía el buen gusto de apreciar la filosofía. O´Neal, por ejemplo, se definió en una ocasión como "el Nietzsche negro" (Phil Jackson, su entrenador, le había regalado "Ecce homo", una de las obras del filósofo alemán), y dijo que le gustaría que la gente se refiriese a él como "El Gran Aristóteles" porque Aristóteles escribió que la excelencia no es un acto singular sino un hábito, y uno es lo que hace repetidamente. A Ibrahimovic no le gustaría pasar a la historia como "el Nietzsche sueco" o "El Gran Aristóteles", ni mucho menos como "el Filósofo". Sin embargo, casi todos los entrenadores (no sólo Guardiola) son filósofos. Incluido Laurent Blanc, entrenador del París Saint-Germain.

Simon Singh cuenta en su apasionante ensayo "Los Simpson y las matemáticas" la anécdota atribuida a un vicerrector de una universidad estadounidense que se queja del jefe de su Departamento de Física porque gasta demasiado dinero en laboratorios y equipos. ¿Por qué los físicos no pueden ser como los miembros del Departamento de Matemáticas?, se pregunta el vicerrector. Los matemáticos sólo necesitan dinero para lápices, papel y papeleras. O incluso mejor, sigue preguntándose el vicerrector. ¿Por qué los físicos no pueden ser como los miembros del Departamento de Filosofía? Lo único que necesitan los filósofos es lápiz y papel. Bueno, seguro que Ibrahimovic disfrutaría con esta anécdota. Los filósofos, a diferencia de los matemáticos, no necesitan papeleras porque nunca se equivocan y, si lo hacen, siempre pueden reciclar sus teorías. Humphrey Bogart dice en la película "Callejón sin salida" que todos nos equivocamos, y por eso se han inventado las gomas de borrar. Y las papeleras. Pero no todos nos equivocamos.

Los filósofos (o al menos los filósofos de la universidad de nuestro vicerrector) no se equivocan. Los entrenadores, tampoco. ¿Cuántos entrenadores se presentan en una rueda de prensa diciendo algo así como "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir"? Simeone lo reconoció hace poco, tras una derrota en Liga. ¿Cuántos más? ¿Cuántos entrenadores pretenden ser físicos, y no sólo imponen su propio equipo de ayudantes sino que exigen a sus equipos fichajes carísimos y muchas veces caprichosos? ¿Por qué Ibrahimovic no se refiere a Mourinho como "el físico"? ¿Cuántos entrenadores necesitan para desarrollar su trabajo filosófico muchos lápices, mucho papel y ninguna papelera o goma de borrar? Sin embargo, muy pocos entrenadores se presentan como matemáticos, con pocas necesidades de laboratorios y equipos y la humildad de presentarse en una rueda de prensa con una papelera donde poder arrojar una táctica equivocada o unos cambios erráticos e inoportunos. Si Ibrahimovic insistiera en presentar a Guardiola como un "filósofo" para dar a entender que el entrenador catalán no necesita papeleras, entenderíamos la crítica. Pero no es así. Ibrahimovic cree que Guardiola es un "filósofo" porque nunca entendió su manera de ver el fútbol y porque Guardiola parece que no habla de fútbol cuando está hablando de fútbol y parece que habla de fútbol cuando no está hablando de fútbol. Shaquille O´Neal se habría llevado bien con Guardiola.