Novak Djokovic se proclamó campeón del Abierto de Estados Unidos, cuarto y último «Grand Slam» de la temporada, tras superar en cuatro sets (6-2, 6-4, 6-7(3), 6-1) a un Rafa Nadal que luchó sin tregua, pero que hincó la rodilla víctima de sus problemas físicos y del tenis celestial de su rival.

Djokovic se coronó por primera vez en «Flushing Meadows» para sumar el cuarto «grande» de su carrera y tercero de una temporada histórica en la que ha conquistado diez de los doce torneos que ha disputado. Por su parte, Nadal cedió la corona en el torneo neoyorquino, que conquistó hace un año precisamente ante el serbio.

El partido empezó bien para Nadal, que ganó su servicio con un ganador y convirtió el «break» en su primera oportunidad. Por un momento parecía que se espantaban los fantasmas de las cinco finales perdidas ante el número uno.

Pero ni el buen inicio del español ni el viento revoltoso que mareaba la pelota inmutaron a Djokovic, que se apuntó los seis juegos siguientes y el primer parcial de la final. En el cuarto juego, el balear desperdició tres bolas de rotura y cedió el empate (2-2) tras media hora de juego, pero la igualdad no fue más allá en este set.

«Nole» casi levitaba sobre la cancha, sin apenas castigar sus piernas, mientras Nadal corría de un extremo al otro de la cancha intentando frenar en vano la exhbición en la red (10/14 en subidas durante el primer set) del serbio poniendo el 5-2 en el marcador, adjudicándose la primera manga con un juego en blanco.

El segundo set se pareció mucho al primero y solo fue más largo por el inagotable esfuerzo de Nadal, quien pese a todo volvió a morder el polvo. El número dos mundial cobró un 2-0 inicial antes del decisivo cuarto juego, que agujereó su moral para el resto de la manga.

Tras casi un cuarto de hora de pelea y después de salvar varias bolas de «break», Djokovic logró equilibrar la rotura (2-1). Era la enésima estación del particular «via crucis» del español ante un «Nole» que no tembló con el 4-4 y con su habitual buena estrella sumó su segundo set.

La épica llegó en la tercera manga, con los dos mejores tenistas del mundo haciendo su oficio al máximo nivel, un auténtico regalo para la ruidosa afición que abarrotaba el Arthur Ashe Stadium.

Una vez más, el set se calentó tras el 2-2, sellado con un punto de rabia de Nadal que provocó el primer gesto de contrariedad de su rival en todo el encuentro. La derecha paralela le empezó a carburar al español, que sumó un juego al resto, pero que no logró desenganchar al serbio, teniendo que ganar el envite en el «tie-break».El espectáculo había estallado del todo.

Pero por desgracia, la remontada de Nadal llegó hasta ahí, pues en la última manga el juego de Djokovic volvió a estar tocado por una varita y el español, con problemas físicos, no pudo aguantar el ritmo del serbio, que prolonga así su tirania en el tenis mundial.