Dicen que el ciclismo es, principalmente esfuerzo, sufrimiento y capacidad de superación. Si esa definición es cierta, ayer vimos un maravilloso ejemplo de lo que significa este precioso deporte, tantas veces denostado. Los corredores tuvieron que realizar un esfuerzo titánico para superar una etapa durísima, solo apta para verdaderos guerreros y amantes de la bicicleta por encima de todo. Desde el ganador de la etapa, hasta el último ciclista que cruzó la línea de meta, todos aquellos que coronaron el Alto del Moruxal merecen la admiración y el aplauso de los aficionados.

No obstante, como en todas las disciplinas, dentro y fuera del deporte, los flashes solo apuntan a los que triunfan, y, ayer, fue el turno para homenajear, principalmente a dos corredores: Sergey Chernetskiy, del Lokomotiv, y Antonio Olmo, del Loulé Louletano, que alcanzaron la meta, encorvados por el esfuerzo, pero felices, porque, esta vez, había merecido la pena. El ciclista ruso se llevó la etapa ante la condescendencia de un corredor sevillano que se enfundó el amarillo a tan solo una etapa del final de la ronda zamorana.

La jornada de ayer fue la más corta, pero también la más intensa de la ronda zamorana. Muchos corredores tenían apuntada esta etapa como objetivo prioritario, y eso se notó en la tensión con la que arrancó la carrera. El Lokomotiv ruso enseguida dejó entrever que buscaba guerra, pero, también, muy pronto se vio que no era el único. El Supermercados Froiz, el Caja Rural y el Loulé Louletano también arrancaron el día con agresividad, aunque iban a ser estos últimos los que, finalmente, iban a lograr poner la carrera a su favor.

En el kilómetro 15 de etapa se formó la escapada del día, una fuga en solitario de un corredor magnífico, como es Enrique Salgueiro, del Loulé Louletano, que ayer protagonizó una actuación admirable, encomiable para su equipo y con los tintes de heroicidad propios de las grandes aventuras ciclistas en la montaña. El corredor gallego recorrió 50 kilómetros en solitario, mantuvo un pulso feroz con un grupo perseguidor, y puso la carrera a favor de su equipo antes de que las hostilidades entre los favoritos se desataran de forma definitiva.

Salgueiro fue abriendo hueco poco a poco mientras, por detrás, el pelotón dejaba hacer, sin preocuparse demasiado por el devenir de una escapada cuyo futuro era, siendo benévolos, poco prometedor. No fue hasta el kilómetro 40 de etapa cuando un grupo de ocho corredores salió al contraataque, en busca del ciclista del Loulé Louletano. Cabe destacar que, entre los perseguidores, se hallaban los zamoranos Alfonso Suaña y Javier Manzano, que dieron la cara en su tierra, pero que nada pudieron hacer ante lo que se les vino encima por detrás.

La situación de carrera se mantuvo estable hasta que, a 35 kilómetros de la línea de meta, el Caja Rural tomó el mando de las operaciones. Los corredores del equipo de Pablo Torres, primer líder de la Vuelta, imprimieron un ritmo más fuerte, mientras la carrera transitaba por las rampas previas a los dos puertos duros de la jornada. De esta manera, la aproximación a la base de la primera gran dificultad montañosa acabó con el grupo perseguidor, y dejó a un exhausto Salgueiro con la soga al cuello.

A falta de19 kilómetros para la meta, comenzó el Puerto de Primera Categoría, una ascensión corta, pero realmente dura, con rampas demoledoras para los ya maltratados cuerpos de los ciclistas. Desde los primeros metros de la subida, el pelotón, guiado por los ciclistas del Froiz, comenzó a perder miembros, en un goteo constante de corredores que capitulaban ante la evidencia de la falta de fuerzas. Por delante, solo aguantaban los mejores, veinte corredores que sobrepasaron a Salgueiro mediada la ascensión.

La extrema dureza de la parte final del puerto obligó a los ciclistas a retorcerse en la bicicleta para poder alcanzar la cima. En un ejercicio de sufrimiento conmovedor, una decena de hombres se marcharon por delante en busca, no solo de la etapa, sino también de la Vuelta. El corredor del Supermercados Froiz, José Antonio De Segovia logró unos metros de ventaja respecto a los demás y se lanzó en el descenso, en busca de obtener la ventaja suficiente para afrontar la última ascensión con esperanzas de éxito.

No obstante, el castellano y leonés encontró el asfalto como premio a su ambición. De Segovia se fue al suelo y, aunque volvió de nuevo a la carrera muy rápidamente, se hizo una serie de heridas que, a buen seguro, le provocaron un dolor difícil de soportar. El espigado corredor del Froiz mantuvo unos segundos de ventaja y arrancó el puerto, sangrando de forma ostensible, por delante de un grupo en el que el, hasta ayer, líder, Kwiatkowski, aguantaba a duras penas.

Fue entonces cuando el Lokomotiv decidió mover la carrera. Rybakov lanzó un duro ataque y se marchó, seguido por su compañero de equipo Chernetskiy. Por detrás, Moisés Dueñas y Antonio Olmo, dos de los principales favoritos, reaccionaron a la perfección y dieron alcance a la pareja de perseguidores. Por su parte, los dos primeros de la general, Israel Pérez y Kwiatkowski acusaron el esfuerzo y se vieron obligados a ceder unos metros.

Restaban cuatro kilómetros para alcanzar la línea de meta, y De Segovia continuaba en cabeza, prolongando su agonía por las duras rampas del Alto del Moruxal, mientras sus tres perseguidores, ya sin Rybakov, realizaban un derroche de fuerza que les iba acercando cada vez más al ciclista del Froiz. Por su parte, el maillot amarillo, Kwiatkowski, cedía de forma definitiva y abandonaba la posibilidad de mantener su privilegiada posición. Entre medias, marchaban Israel Pérez y Raúl García, que, con fuerzas renovadas, se mantenían a una distancia prudencial de la cabeza de carrera.

Una vez neutralizado y superado De Segovia, Antonio Olmo decidió que era su momento. El sevillano cambió el ritmo y dejó atrás a Dueñas y a Chernetskiy, cuando un cartel a la derecha de la calzada informaba a los ciclistas de que solo les quedaban tres kilómetros de sufrimiento. El ciclista del Loulé, espoleado y conmovido por el esfuerzo de Salgueiro y el resto de compañeros en favor de su causa, logró una ventaja de 20 segundos, a falta de menos de dos kilómetros, que parecía más que suficiente.

No obstante, el ruso del Lokomotiv reaccionó, dejó atrás a Dueñas y se lanzó a por Olmo. Chernetskiy dio alcance al corredor del Loulé cuando ya se atisbaba el final del último puerto del día, que coincidía con la meta. Entonces, bastaron dos palabras para que ambos se entendieran. El ruso marcó el ritmo en los compases finales, y el sevillano, agradecido, no le disputó la etapa.

Por detrás, Moisés Dueñas, Israel Pérez y Raúl García llegaron a la meta lamentando la ocasión perdida. Tristemente para ellos, ayer no era su día, y sí el Chernetskiy y el de Antonio Olmo, sobre todo el de este último, que, con la inestimable colaboración de Salgueiro, es, ahora, el máximo favorito para llevarse la Vuelta a Zamora 2011, aunque en ciclismo todo puede pasar.