El sábado de Melbourne bien pudo ser el de cualquier fin de semana del año pasado. Después de un invierno de trabajo en las fábricas y una pretemporada intensa, el decorado parecía rescatado de una función de la temporada anterior, con los mismos actores en idénticas situaciones a las que dejaron allá por noviembre, cuando el campeonato echó el telón con la representación en Abu Dabi, de fatal recuerdo para Fernando Alonso. Vuelve la competición y Red Bull recupera el bastón de mando. Volcaron la parrilla hacia su lado con un sábado excelso de Sebastian Vettel. Golpe autoritario del campeón sobre la mesa de candidatos en la previa de una carrera que se debía disputar a primera hora de este domingo. En Albert Park, la ley de Red Bull dejó al alemán al frente de la parrilla con un insultante dominio que desata en los afines a la bebida energética el sueño de otra campaña dominante. En Ferrari, Alonso se conformó con las migajas de la quinta posición, que no le descuelga de su objetivo del podio en la primera de las 19 paradas del ejercicio.

Que Red Bull lleva la etiqueta del coche a batir es algo asumido en el paddock. Al pie de su monoplaza, Vettel volvió a enseñar su dedo índice, ese con el que indica que es el número uno y que levantó diez veces durante el último Mundial en sus sábados de triunfador.

Acaba de renovar hasta 2014 con su escudería para apagar los rumores de un acercamiento a Ferrari, aunque, tarde o temprano, su carrera se encaminará hacia la órbita del cavallino, como ha sucedido históricamente con la mayoría de los grandes pilotos.

Para levantar más envidias, en Australia Red Bull salió al paseíllo sabatino sin el Kers. Lo llevaban instalado porque el parque cerrado no permite modificaciones antes de la carrera pero no lo usaron por esas cosas de los ajustes en el amanecer de la temporada. «No encontraba el botón para activarlo», le contestó a una periodista inglesa con ese buen humor que exhibe Vettel cuando las cosas le van bien, tan distinto de su gesto torcido en las duras.

Calzado con el compuesto blando de los controvertidos Pirelli (igual que todos los favoritos) Vettel le dio un vuelco al cronómetro. Lo paró en 1.23.529, cuatro décimas mejor que en la misma pista hace un año, a pesar de la prohibición del doble difusor, de los nuevos neumáticos y de todas las limitaciones que señalaban a los coches de 2011 como los más lentos de los últimos años.

En la primera línea, junto a Vettel, aparece Lewis Hamilton. McLaren estaba señalado como una de las decepciones de la pretemporada. Incapaces de rodar en condiciones en todo el invierno, llegaron a Australia con media sonrisa y el anuncio de cambios radicales en el enfoque del desarrollo de su coche. Dicho y hecho. El inglés fue el que más se acercó a Sebastian Vettel, lo que no significó que le llegase a inquietar en su pole porque se quedó a ocho décimas.

Perfecto para Red Bull, que pudo devolver a Hamilton el recadito de unos días atrás. Decía Lewis que McLaren y Ferrari volverían, tarde o temprano, a dominar las carreras, porque ellos eran constructores con solera y no una simple casa de bebida. Christian Horner, el director de Red Bull, se revolvió. «Si solo somos una empresa de bebidas que pudo con un constructor con tantos recursos como McLaren, está claro que representamos algo más que eso. Hay que mirar lo que se hace en la pista y hemos ganado quince carreras en los dos últimos años, además de dos títulos (pilotos y constructores en 2010). Ahora debemos aprovechar también este año».

La duda que planeó ayer sobre Mark Webber. Sin errores claros de pilotaje, fue también ocho décimas más lento que su compañero. Miraba con el gesto torcido el piloto local porque habría deseado más gloria ante la afición aussie. Escogió seguir bajo el paraguas energético a pesar de que la anterior temporada encontró motivos de sobra para sospechar. La casa siempre mantuvo la teoría de la igualdad pero la balanza se inclinó demasiadas veces hacia Vettel, aún a riesgo de perder un campeonato que rescataron en el último momento. «Me gustaría haberlo hecho mejor. Lo intenté y ha sido frustrante para mi verme fuera de la primera línea. No es mi mejor día», dijo Webber al poco de bajarse del coche.