Rubén de la Barrera va camino de batir todos los records de suspensiones tras acumular esta misma semana tres partidos «por menospreciar al árbitro» en el partido del domingo 20 contra el Numancia B a los cinco con que ha había sido sancionado en la jornada anterior. Además al final del partido de ayer, el técnico gallego protagonizó un nuevo incidente, esta vez con el palentino García Hernández que podría depararle un nuevo castigo.

El entrenador del Villaralbo insiste en que su equipo sufre una persecución arbitral: «Durante la segunda vuelta y en determinados partidos, a medida que nos íbamos consolidando en los puestos de arriba, parece como que molestamos, que molesta que este equipo tenga opciones reales de disputar el play off. Y por otro lado, no solo fuera de casa, sino que parece que cuando actuamos como locales, la gente que viene, actúa condicionada. Y esas decisiones que toma un árbitro influye en las reacciones de los futbolistas. Es complicado abstraerse y centrarse única y exclusivamente en el juego que era lo que se debía hacer».

En todo caso, el entrenador coruñés reconoció que el partido se le escapó al Villaralbo: «El partido se escapa por varias razones y la primera, por no jugar más tiempo; la segunda, por no anotar un segundo gol en la primera parte; y por otro lado, por no querer machacar al rival. Era para machacarles y ganarles con holgura y no se ha hecho. Cuando no lo cierras y te meten un segundo gol faltando diez o doce minutos, pues las emociones y la inercia del partido siempre beneficia al que se acerca en el marcador y no al que gana».

De la Barrera reconoció que «el equipo tiene que tener más continuidad, meter muchísimo más ritmo a las acciones y no dar ningún tipo de concesión. Ya no sólo hoy, sino el otro día en Soria, lo mismo.Concedes al rival y llegas a ciertos momentos en que te lo aprovechan».

Por segundo partido consecutivo, el GCE acusa el desgaste físico en la recta final del partido: «Eso es una realidad para jugadores con un volumen de minutos importantísimo pero más que un bajón, es una serie de emociones que los jugadores viven y, al verse tan cerca de conseguir el objetivo final, a veces se ve mermada la propia capacidad por ese estress competitivo. Esto es muy largo quedan siete jornadas, muchos puntos y seguimos manteniendo nuestras opciones».