El Getafe sirvió en bandeja a Míchel una dulce venganza tras ganar al Odense (2-1), equipo que hace dieciséis años eliminó al Real Madrid en la Copa de la UEFA y que hoy estuvo a punto de dar un susto al equipo madrileño.

El entrenador del Getafe tuvo que esperar hasta el minuto 75 para dar la vuelta a un marcador que tenía adverso desde el final del primer periodo. Gracias a un gran gol de falta de Pedro Ríos, Míchel pudo ver derrotado al Odense. Como aquel día de 1994, vio el partido desde fuera del césped. En aquella ocasión, estaba en el hospital lesionado. Ahora, estaba en el banquillo.

Pero el técnico madrileño no podrá presumir del primer periodo de su equipo. Y es que el Getafe completó un partido de los que crean afición. Sobre todo, en los 45 minutos iniciales. Crean afición para no volver más al fútbol. Apenas hubo instantes vibrantes. Ningún gesto. Nada. Si alguna vez se imparte en la universidad alguna asignatura de fútbol, en los apuntes, en una esquina, aparecerá el primer periodo del Getafe-Odense como ejemplo de lo que no hay que hacer para aburrir al personal.

Tal vez ayudó al desacierto de los jugadores el aspecto que presentó el Coliseum Alfonso Pérez. La entrada, muy pobre, daba pena.Con apenas 2.000 espectadores en el campo, éste presentaba una imagen poco digna de un partido europeo. Y con un ambiente de regional, lo normal es que el fútbol sea casi de regional hasta que los jugadores calienten motores.

Parece mentira que durante todo una temporada se luche por disfrutar en la siguiente de instantes europeos. La campaña pasada, el Getafe acabó en la sexta posición. Lo hizo sudando, trabajando hasta el final. La recompensa era jugar la Liga Europa y lo logró, pero algo pasa por el Coliseum que parece no interesar esa competición hasta que está muy avanzada.

Tal vez el precio de las entradas (los socios pagaban entre 15 y 30 euros y los no socios entre 50 y 80) fue una razón de peso para que muchos aficionados se quedaran en su casa. Por eso, un sector de la hinchada madrileña criticó al presidente.

Con este panorama comenzó el partido. En los primeros 45 minutos sólo hubo tres noticias. La primera, la lesión de Jaime Gavilán, que se retiró del campo poco después del pitido inicial; la segunda, un disparo de Adrián Colunga entre los tres palos (minuto 34); y la tercera, el gol del Odense, obra de Henrik Andreasen, tras sacar una falta esquinada que rebotó en Javier Arizmendi y despistó a Jordi Codina.

Eso fue todo. No hubo más. Fue muy triste y Míchel tenía que hacer algo urgentemente para mejorar la imagen del Getafe. La solución parecía llamarse Javier Casquero. Por segunda vez en la temporada, cambió en el descanso a Borja Fernández, que parece siempre el elegido para salir cuando las cosas van mal.

Con Casquero en el campo el Getafe tenía otro color. Y se notó desde el principio cuando el capitán, nada más entrar, lanzó uno de sus trallazos que estuvo a punto de ser el empate. La entrada fulgurante del talaverano trajo una buena inercia, que concluyó con éxito cuando Javier Arizmendi marcó el empate con un cabezazo tras un centro de Mané rebañado por el argentino "Cata" Díaz.

El extremo madrileño se animó y protagonizó la siguiente acción peligrosa del Getafe. Arizmendi mostró su mejor cara con una larga cabalgada que acabó con un pase en profundidad a Colunga, que falló el mano a mano ante Andreasen. Después, de nuevo Casquero con otro disparo, y "Cata" Díaz con un testarazo, pudieron adelantar al Getafe.

La insistencia del Getafe tuvo premio gracias a un golazo de Pedro Ríos, que saltó al campo a falta de 13 minutos para la conclusión del choque. El andaluz provocó una falta al borde del área que lanzó él mismo. El balón entró por la escuadra y dio una merecida victoria al equipo del sur de Madrid, que despertó a tiempo en la segunda parte para que Míchel consumara su venganza.