Una de las mejores tradiciones de Japón, si dejamos a un lado los «Love hotels», el sushi o a Shin-chan, son, sin duda, las películas de Godzilla. Siguiendo la filosofía de la cumbia «El cocodrilo» (Un animal malévolooooo/ al que hay que tenerle pánicooooo) que cantaban «Fito Olivares y la pura sabrosura», ese «peaso» de lagarto se dedicaba a destrozar ciudades del Imperio del Sol Naciente con la misma soltura con la que «Los Morancos» sueltan chistes «pa' rise muncho». Una de las subvariantes de estos filmes era aquella en la que Godzilla se enfrentaba a otros animales mitológicos como Gigan, un dinosaurio con alas, o Mothra, un mariposón gigante. En estas luchas sólo había dos damnificados: la ciudad de Tokyo, que acababa como Oviedo después de san Mateo, y los operarios que se disfrazaban de los monstruos, que acababan más sudados que «El golosina» después de una fiesta en «Cantora».

«Ha sido un partido fácil de ganar, sin problemas», declaró Mourinho al terminar el encuentro del sábado contra el Osasuna. Les reto a que busquen en las hemerotecas unas declaraciones semejantes de un entrenador «post-unpartidode1-0». Donde Guardiola o Sánchez Flores dirían «peleamos mucho» o «fueron un digno rival», nuestro amigo portugués se marca una sobrada del estilo de «jugamos contra cuatro fantoches de Pamplona». Menuda huevada, amigos. Y como los madridistas (salvo los que pitaban en el Bernabéu) le hemos subido a nuestro «altar Charles Bronson» (con Juanito o Capello), le perdonamos todo. Eso sí, con esta tontunada contra los habitantes del Reyno de Mordor, se le ha ido la mano.

De nada sirve que yo, un pobre columnista cabezón y gordito, le diga a Mou que se está pasando de la raya. Me hostiaría sin piedad y no me quedaría otra que llorar «a lo Belén Esteban». Necesitamos a un monstruo de su altura que le ponga en su sitio para que no nos hunda la Liga con sus bravuconerías. ¡Aleluya, «brodels»! ¡Ha aparecido el candidato perfecto! Un titán que, tras ir borracho al volante, haciendo eses por la carretera (uno se imagina al hombre practicando algún tipo de baile en la M40), declaró que «si me quito la cerveza, le voy a decir al médico que me voy a matar» y desafió a su jefa, la, asimismo, muy rabuda Esperanza Aguirre, a «que le eche». Sabíamos por otros Neiras (Chus, periodista, y Ernesto, bailarín), que ese linaje era grande? pero nunca tanto. Jesús Neira tiene que ser el Mothma de Mourinho en una batalla a muerte sobre la ciudad de Seseña. Piensen que todos saldríamos ganando: por fin borraríamos Seseña del mapa y, por fin, uno de los dos se callaría (un poco) la boca.