Siempre me pareció que Masters of Sex fue el intento de la cadena Showtime de crear su propio Mad Men. Las similitudes entre ambas series eran más que evidentes. La ambientación en los años 60, la importancia de los personajes femeninos, una narrativa pausada y alejada de ritmos trepidantes y giros inesperados de guión... Masters of Sex tenía muy buenas intenciones y apuntaba alto, pero al final se quedó en la meseta, utilizando la terminología médica de sus personajes. El principal problema que tuvo es que terminó haciéndose aburrida, lo que en una serie que trata sobre sexo es un verdadero problema, dando bandazos argumentales que no parecían ir a ningún sitio. Su público se cansó. Personajes y tramas que parecían que iban a ser muy importantes, de repente quedaban relegadas a la nada. Hay tramos de la segunda y la tercera temporada que se hacían verdaderamente cuesta arriba. A finales del año pasado, Showtime emitió su cuarta temporada en la que parecía haberse enderezado el rumbo, pero ya era demasiado tarde y, al finalizar sus diez episodios, anunció que ya no continuaría más con ella. De esta manera, la serie concluía con un final en falso, dejando algún que otro cabo suelto. La serie hubiera podido prolongarse temporadas y temporadas, ya que la pareja formada por William Masters y Virginia Johnson estuvo publicando libros sobre sus estudios sobre la sexualidad humana hasta 1994 y se divorciaron dos años antes, mientras que en el último episodio ya habíamos llegado a la década de los 70. Vaya, otra coincidencia con Mad Men. Era mejor irse dignamente que terminar de agotar a su audiencia.

La posibilidad de que algún día Showtime se decida a hacer algún episodio especial en el que cerrar todas las tramas que quedaron abiertas parece cada vez más remota. Tras la cancelación, Michael Sheen, el actor que interpretaba a William Masters, llegó a insinuar que iba a centrarse más en la política que en su carrera en la pantalla ante el auge de los populismos. Han sido Los Simpsons quienes han vuelto a reunir a William Masters y a Virginia Johnson (Lizzy Caplan) tras el coitus interrumptus, en un episodio emitido a principios de este mismo mes. Marge y Hommer se sometían a terapia para solucionar una nueva crisis matrimonial. Los actores de la serie retomaban sus viejos papeles para dar sus consejos a la pareja. El episodio ha sido el 16 de la temporada 28 y lleva por título Kamp Krustier.

Masters of Sex comenzó a emitirse en septiembre de 2013 en el canal por cable Showtime y contaba la historia de la pareja que revolucionó a finales de los años 50 la sexualidad. Una investigación que sus propios colegas de Universidad consideraban obscena y una exaltaciòn de la pornografía. William Masters empezaba queriendo desentrañar los misterios del orgasmo femenino, encontrándose con la abrumadora realidad de que existían miles de mujeres que jamás habían experimentado alguno. Paradójicamente, su personaje vive en un matrimonio en el que su esposa era una de esas amas de casa insatisfechas, que se dedica a buscar fuera lo que su marido no le da. William Masters poco tenía que ver con Don Draper. Sus inseguridades y sus traumas le alejaban totalmente del galán de la serie estrella de AMC, aunque compartían una vida personal totalmente desastrosa y desordenada. En cambio, su esposa Libby (Caitlin Fitzgerald) sí que guardaba muchas semejanzas con el de Betty Draper. Su personaje sale mucho parado en Masters of Sex, ya que parece haber encontrado la felicidad tras Woodstock.

Bill mantiene un romance con su ayudante en el estudio, Virginia, con la que comienza a tener relaciones sexuales con fines únicamente científicos en pro de la ciencia. Luego, claro, la cosa va a más. Virginia es una mujer divorciada, madre de dos hijos y con una mente abierta en el campo del sexo. La pareja observa con una mente rigurosamente científica las reacciones del cuerpo durante el orgasmo y buscan las respuestas a qué lo provoca, cómo puede aumentar la excitación o echarla por los suelos. Las investigaciones de Masters y Johnson pronto se van extendiendo a otros campos de la sexualidad, adentrándose en otros campos tan distintos como las disfunciones sexuales o la homosexualidad, que antes de ellos algunos pretendían "curar" a base de electroshocks. Los títulos de créditos de Masters of sex eran toda una sucesión de metáforas sexuales. La serie supo hablar con elegancia de sexo, sin caer en la vulgaridad, ni en el morbo barato. Con la seriedad de los estudios científicos de los Masters y Johnson reales. En sus episodios, veíamos a personajes que sufrían a causa del sexo y cómo la pareja de científicos pretendían buscar una solución médica, mientras eran incapaces de dar respuestas a sus propias situaciones personales. Eran unos pioneros en una época de puritanismo y conservadurismo. Nadie hablaba de cuestiones sexuales con su médico. Las circunstancias cambian con los felices 60 donde, aunque siguen sin lograr reconocimientos en el ámbito académico, sí que logran ser celebridades gracias al respaldo de una sociedad que empieza a percibir el sexo de otra forma y compra sus libros para buscar respuestas.

La primera temporada de Masters of Sex fue brillante. Muchos daban por seguro que podría llegar a ser el recambio de Mad Men, que por aquella etapa ya había entrado en su etapa final. El problema llegó en su segunda temporada. Algunos de los principales actores de la primera ya no estaban y con otros de los que se quedaron no se sabía muy bien qué hacer con ellos. Ahí tenemos ese médico adicto al sexo, el doctor Austin Langham (Teddy Sears) que fue cayendo en picado durante toda la serie hasta a acabar de dueño de una sala de striptease. El personaje del rector interpretado por Beau Bridges era uno de los más interesantes, pero se ve que el presupuesto de la serie no daba para pagarle como miembro fijo del reparto. Como el Guadiana, a veces estaba y otras desaparecía una buena temporada, para volver como si nada hubiera pasado. También queda como mera secundaria de lujo el personaje de Alison Janney, que era la esposa del anterior, y que siempre dejaba clara su solvencia interpretativa, pero cada vez estaba más desaprovechada, para finalmente desaparecer de la serie sin dejar ni rasto, alla por la tercera temporada. Ni siquiera recuerdo ya que llegara a aparecer en la cuarta, pero tampoco me inquieta tanto la respuesta como para comprobarlo.

Otras subtramas malogradas son las de los ex de Virginia, los personajes de sus hijos, o el hermano de William Masters. Con tanto bandazo, no sé si hubiera sido mejor para la serie convertirse en uno de esos procedimentales con el caso de la semana. Una especie de Anatomía de Grey del sexo, en el que por lo menos veríamos hacia dónde se dirigía el barco. En Mad Men también desaparecieron personajes y se deshecharon tramas, pero allí supieron cómo hacerlo. Aquí hubo un momento en que se parecía ir a salto de mata, lo que no se entiende muy bien cuando la serie estaba basada en la vida de personajes reales.

El William Masters real murió en el 2001 a los 86 años como consecuencia de complicaciones del Parkinson que sufría, once años de su divorcio con Virginia. Virgnia Johnson falleció en julio de 2013 a los 88 años, tres meses antes de que se estrenara la serie destinada a rendir tributo a su trabajo científico en el campo de la sexualdad humana. ¿Se animará algún día Showtime a recrear lo que fue el declive de su matrimonio?