Como el título indica, este trabajo es una curiosa relación de costumbres transmitidas de padres a hijos, generación tras generación, que en algunos casos, después de mucho tiempo, lograron llegar hasta nuestros días; en otros lamentablemente fueron perdiéndose en ese infinito camino del olvido.

Cuando nombramos la palabra tradición, parece que necesariamente se relaciona con religión; pero no es así. No cabe duda que las conservadas actualmente tienen que ver con el tema religioso en gran parte; pero hay otras, las más olvidadas, relacionadas con variopintas costumbres de la vecindad; incluso las hay que sus comienzos son relativamente modernos, uno o dos siglos, no logrando llegar al presente siglo XXI.

A través de este bloque de momentos pasados he tratado de lograr colocarnos en aquel ambiente tradicional con el fin de hacer trabajar a la imaginación y situaros en medio de aquellas escenas, tan lejanas en el pasado. Pienso que será la forma de vivir mentalmente en unos tiempos que por curiosidad nos gustaría contemplar si pudiéramos; y eso es lo que haremos, procurar introducirnos imaginariamente a través de la lectura de curiosísimos momentos vividos por aquellas lejanas generaciones de nuestra ciudad.

Comencemos con los tradicionales inicios de año y fiestas de Reyes Magos, trasladándonos a la Zamora donde se vivían los primeros años del último tercio del siglo XIX; una época en que las comunicaciones apenas habían evolucionado, motivo por el que podemos imaginar el difícil desplazamiento de artistas, sobre todo en esas fechas; si además añadimos la falta de electricidad, olvidémonos de gramófonos; es decir, todo tenía que ser producción casera, por tanto los participantes también eran actuantes, principalmente en la llamada «alta clase social», quienes pertenecían al «Círculo de San Torcuato», asentado en dicha calle; o al «Casino» en la popular «Casa de las Panaderas». Así podemos citar aquellos apellidos, algunos de los cuales todavía hoy resultan conocidos; para comprobarlo veamos un extracto de la «cursi» crónica correspondiente al baile del día de Reyes del año 1868, la cual decía así: «Se han oído con mucho gusto los armónicos y melódicos sonidos que han sabido arrancar de las teclas del piano las bellas y simpáticas señoritas Rosario Nerpell, Mariana de Reina, Javiera Alustiza y Soledad Galarza; esta última ha cantado con tal perfección y gracia, que ha gustado mucho, llenando de grandes aplausos el salón».

A veces el cambio de costumbres fueron terminando con viejas tradiciones conservadas a través del tiempo; es el caso de la llegada de los Reyes Magos: comenzaba la década de los años ochenta del cada vez más lejano siglo XIX, siendo vieja costumbre por parte de los vecinos recorrer calles y plazas con escalera al hombro, haciendo sonar un cencerro atada a ella, al mismo tiempo que tocaban el «corno», especie de trompetín ligeramente encorvado que solían usar los pregoneros. Dicha costumbre la llevaban a efecto esa noche víspera de Reyes Magos, según he podido constatar con alguna croniquilla del momento, que decía así: «Todos aquellos que salieron a esperar a los Reyes Magos, acompañados de la tradicional escalera, corno y cencerro, han hecho la felicidad de muchos durante la noche, a pesar de la ola de intenso frío que estamos padeciendo; pero Zamora afina ya sus castañuelas para las próximas romerías de san Mauro y san Antón, en las que, como siempre, alternará devoción con alegría».

Aquel año de 1883, como gran regalo de Reyes llegó a la ciudad estupenda y por entonces avanzada noticia modernista: Diputados y senadores de Cáceres, Salamanca, Zamora y León, se reunieron en el Congreso, juntamente con el presidente don Práxedes Mateo Sagasta, quien años antes había sido vecino de nuestra población, donde habitó en calle de san Andrés. El tema que los convocó fue la construcción del ferrocarril «Vía de la Plata», desde Malpartida (Cáceres) hasta Astorga (León). Acordaron nombrar una comisión compuesta por dos representantes de cada una de las cuatro provincias; siendo por Zamora el Conde de Villapandierna y el Conde de la Patilla; facultándolos para que se extendiesen con las respectivas diputaciones.

Mientras tanto los niños de nuestra ciudad practicaban el fuego tradicional de «La toña», la cual fue dedicada en aquel momento la siguiente croniquilla: «Así llaman los chicos a este juego, capaz de sacarle un ojo al mismo puente de piedra. Juego con la paleta de madera y un taruguillo afilado en ambos extremos, que se practica en calles y plazuelas todos los días de Dios; y que saltando arrojado por manos infantiles, a cualquier transeúnte le dan un coscorrón; a la vez rompe cristales, ensucia sombreros... por favor, pongan especial ojo avizor los alguaciles, para vigilar tan peligroso juego».

Comenzaba el nuevo siglo XX, aquel años de 1903 fueron suspendidos en la ciudad los bailes de Reyes, motivado por la muerte del que hasta un mes antes había sido presidente del gobierno don Práxedes Mateo Sagasta, persona muy vinculada a esta ciudad, a la cual representó en Cortes.

Aquellos días de Reyes de 1910 fue publicado curioso artículo para despedir al recién finalizado viejo año; firmado por un tal «Magister», resumido decía así: «ya estamos en 1910; su hermano 1909 se despidió de nosotros sin legarnos un soplo de progreso; no teniendo ni la cortesía de decirnos... «quedaros con Dios sufridos ciudadanos; me compadezco de vosotros al veros en atraso tan lamentable; pues tenéis desatendida la instrucción pública, la agricultura, la industria y el comercio, que son las verdaderas fuentes de riqueza en una población; y a nadie sino a vosotros debéis culpar de tantas desdichas. Adiós, os entrego a mi vecino 1910 y os deseo mucha suerte y más progreso».

Con la entrada de aquel año fueron renovados concejales, a cuyo cargo como alcalde había quedado el señor Caldevilla Sevilla, quien dictó un bando diciendo que prohibía «las comparsas para la noche de reyes y todo acto que tienda a turbar el orden y tranquilidad del vecindario». Terminada aquella sesión, al salir del viejo Ayuntamiento se escuchó decir a un periodista: «ya tenemos el municipio construido por carlistas».