Es posible una Humanidad más libre y sin injusticias ni violencias. Felipe de Borbón lo dijo al principio de su discurso, y ése fue el espíritu que marcó ayer la trigésima edición de los premios «Príncipe de Asturias», celebrada en el teatro Campoamor de Oviedo. Todos los premiados que hablaron defendieron la necesidad de un sentido social, apoyado en el diálogo, la pluralidad de culturas y la defensa de los derechos universales. Fue una ceremonia sobria, de discursos breves, a excepción del leído por el Príncipe, y de escasas emociones. El entusiasmo de los grupos que acompañaban a los galardonados de la Organización Nacional de Trasplantes y de Manos Unidas llegó a contagiar a una parte del público. La ovación de gala se la llevó el grupo de la selección española de fútbol, liderado por Vicente del Bosque. Se escuchó también un sentido aplauso para Graciano García, creador y director de la Fundación durante casi treinta años, a quien el Príncipe dedicó unas cariñosas palabras de despedida, a la vez que daba la bienvenida a su sustituta, Teresa Sanjurjo, quien se sentaba ayer por vez primera en el Campoamor como directora de la institución.

En su reflexión anual sobre España, que don Felipe siempre aprovecha para dar un contenido más político a sus palabras, el heredero de la Corona animó a los ciudadanos a actuar con «realismo, coraje y rigor» desde la integridad, el esfuerzo y la cultura del trabajo bien hecho para lograr «una economía más competitiva y eficiente». El camino, dijo, es «fortalecer nuestras instituciones» para poder articular las soluciones «que esperan los ciudadanos». Y todo ello con «moderación donde haya habido excesos» y «ética donde haya habido abusos».