Los sesenta y tres jabalíes cobrados el pasado sábado en la montería organizada en los cotos de Soguino y Peñausende dan fe de que la provincia de Zamora como uno de los escenarios cinegéticos de la caza mayor sobresalientes de la comunidad y entre los considerados del país si se repara en que son acotados de campo abierto, no cercados y sometidos a una gestión cuasi doméstica.

La clave de tan llamativo resultado cinegético en este escenario sayagués está en mantener las machas silenciadas de tiros y balazos durante el resto del año, lo que las convierte en campamentos idóneos y querenciales para los cochinos. "Hay abundancia de jabalí porque son montes que no se cazan durante todo el año. No hay esperas nocturnas, ni caza menor de ninguna clase, ni de palomas. Los bichos están tranquilos hasta el día de la cacería" expresa Alfredo Hunters, director del grupo Hunter-Duero, "un club sin ánimo de lucro" donde destaca la cooperación y participación de los integrantes del club y los socios, que al concluir la jornada abonan a escote los gastos derivados de la expansión montera. "Así funciona todo de lujo y más barato" precisa.

Fue una montería organizada a conciencia y con todos los elementos definidos minuciosamente, hasta en los mismos rituales típicos y propios de una operación no exenta de riesgos al estar las armas de por medio y la tensión de los cazadores al máximo de revoluciones.

Tras el rezo, la suerte de puestos, los consejos y las advertencias pertinentes para evitar desgracias y negligencias, fueron colocados 91 cazadores en los respectivos apostaderos. Todos ellos repartidos entre seis armadas de cierre y cinco traviesas.

Para el desencame y acoso de los jabalíes se utilizaron en esta ocasión rehalas procedentes de Salamanca, Zamora, Valladolid, Palencia, Extremadura y Portugal.

El calor de las jaurías y la cadencia de los disparos (se registraron cerca de medio millar) hablaban por sí mismos del movimiento habido entre los pinos y la hojarasca. Pero fueron los abultados resultados los que evidenciaron una jornada calificada de exitosa e incluso por encima de las expectativas. El mismo sábado fueron cobrados 55 cochinos, y otros siete recuperados el domingo tras realizar en consiguiente rastreo en busca de animales heridos de muerte o dados por muertos pero no hallados en mismo día de la montería.

Hunters subraya que fue "una montería de mucho trabajo por ser un monte y una finca muy delicada a la hora de montearlos, pues no se puede apretar con todas las rehalas de golpe porque se reventarían en 15 minutos y las pearas de cochinos saldrían todas juntas". Una actuación casi contraria a la estilada en el coto de Cerezal de Aliste, cuya montería es organizada por el mismo club Hunters-Duero y la existencia de cinco perros muertos, 22 rajados o pinchados y 10 perdidos da fe de la guerra librada.

Se montearon en total 1.550 hectáreas. Se batieron el Pinar Grande, el Pinar Chico, La Corbata, el Gejo, Soguinos y la esquina de Viñuela y tomaron parte en la cacería cazadores llegados de Extremadura, Madrid, Ávila, Salamanca, Valladolid, Palencia, Navarra, Barcelona y Zamora. La jornada se remató con la comida montera en el restaurante La Becera, de Peñausende, a base de una fabada, seguida de pollo y los correspondientes postres y licores. Una puesta en mesa que sirvió para airear los desenlaces monteros e intercambiar impresiones sobre el mundo de la caza.

Son monterías de acción y protagonismo no libres de tragedias en los encontronazos entre los perros y los jabalíes que esgrimen sus navajas como nunca. Tres perros muertos y ocho heridos en esta ocasión. Entre las capturas destacan media docena de bocas, algunas dignas de homologación. Soguinos y Peñausende son dos cotos diferentes pero cuyas monterías se solicitan para el mismo día.