La raza autóctona de ovino castellana es una auténtica joya genética y una pura sangre de la comarca de Aliste, Tábara y Alba que fue, es y deberá seguir siendo parte imprescindible de la supervivencia de los pueblos. Así, unánimes y rotundos se mostraban ayer todos, ganaderos, expertos y autoridades en la exitosa y concurrida feria ganadera de san Miguel celebrada en la villa de Carbajales de Alba, alabando las grandezas de la ganadería extensiva y los pastores.

Las ovejas de raza castellana, explotadas en régimen extensivo en las tierras alistanas, tabaresas y albarinas, está demostrado según los propios habitantes de los pueblos, cumplen dos funciones: la primera la cría de magníficos corderos de una calidad suprema para beneficio de los sufridos ganaderos y pastores; la segunda por su contribución, a la vez que se alimentan, a la preservación de la flora del ecosistema, pues al pastar limpian los campos de malas hierbas y arbustos manteniendo limpias las praderas de colinas, llanuras y riberas, lo cual influye a la hora de prevenir los incendios forestales y luchar contra ellos cuando se producen.

Alrededor de 140 "marones" -así se denomina a los machos reproductores-, la mayoría de la comarca natural de la Raya, participaron en el concurrido y atractivo Concurso Morfológico Nacional de Castellana. El mejor ejemplar lo llevó la tabaresa María Josefa Vara Mezquita, el segundo premio lo consiguió un marón de Francisco Fernández, de Bermillo de Alba, y el tercero un carnero de José Guillón Díez, de Riofrío de Aliste, los cuartos se los repartieron Francisco Fernández (Bermillo de Alba), Jesús González Lobo (Bermillo de Alba), Valentín Río Pérez (San Martín de Tábara) y Manuel Durán Pichel (Muga de Alba). El mejor lote fue de Jesús González Lobo, de Bermillo de Alba. Entre los criadores carbajalinos, el mejor ejemplar lo aportó Ángel Fernández Lorenzo, y el mejor lote Vidal Casas Martín.

Los ganaderos mostraron auténticos pura sangre y demostraron que se mantienen los valores genéticos de la raza para garantizar la cría en pureza de los mejores corderos, unos para vender y los mejores para sementales y corderas, luego ovejas nodriza. Frente a los ganaderos de toda la vida, de sesenta, setenta y ochenta años de edad, allí estuvieron sus hijos y nietos, jóvenes convertidos en la gran esperanza del recambio generacional y garantes del pastoreo.

La Feria de los Productos de la Tierra de Alba, Aliste, Tábara y Tras Os Montes celebrada en el pabellón cubierto mostró las excelencias de los valores endógenos agroalimentarios donde uno de los atractivos fue el tradicional pan de Carbajales, además de los quesos y embutidos, entre otros productos.

La nota folclórica la puso Manteos y Monteras, que al ritmo de las dulzainas, las gaitas y los tamboriles cautivó con sus cánticos y tonadas, pasacalles y danzas reviviendo la cultura más tradicional y ancestral de la Raya.