La villa de Tábara se vestía de fiesta el pasado fin de semana para celebrar los 50 años de sacerdocio de uno de sus religiosos más ilustres, Pío Santo Gullón, un hombre que ha dejado huella en su tierra y por todos los lugares por donde ha pasado. El día 21 de abril de 1968 se ordenaron sacerdotes dos hijos de la villa tabaresa: Pío Santos Gullón, hijo de Gabriel y Cecilia, con Manuel Montero de padrino eclesiástico y Gabriel Vicente y María Molinero de padrinos seglares; el otro nuevo cura era Avelino García Román, hijo de Dionisio y Josefa, cuyos padrinos fueron Timoteo Aparicio, Santiago y María Ballestero. Como ministro sagrado allí estuvo el obispo de Astorga Antonio Briva Mirabent. El cura Timoteo Aparicio estuvo en Tábara más de medio siglo desarrollando su labor.

Fue un día grande y aun contando Tábara con dos iglesias se quedaron pequeñas para la asistencia de tanto feligrés, por lo cual la ordenación de los dos presbíteros se hizo al aire libre, en la Plaza, sobre una tarima colocada frente a la Casa Rectoral.

"Hoy, cincuenta años después, los aquí reunidos nos saludamos y nos congratulamos de este encuentro y traemos a la memoria aquel acontecimiento de Tábara, que trajo entonces animación, alegría, entusiasmo y resurgimiento a niños, jóvenes y mayores", señalaba Isaías Santos Gullón, hermano de Pío.