El lobo se cobraba en la madrugada del lunes la vida de seis ovejas en una explotación ganadera de Belver de los Montes, en Tierra de Campos, a pesar de que el ganado se encontraba en una nave cubierta en el interior de una finca cercada. Además de matar a seis ovejas que no comió, el predador mordió en el cuello a otra media docena de ellas, dos de las cuales perecieron horas más tarde "y las demás veremos si se pueden salvar", explica José Pérez Pérez, el ganadero que gestiona la granja codo con codo con su hermano César.

Los dos profesionales del campo descubrieron el ataque a primera hora de la mañana, cuando entraron en la nave para ordeñar, como todos los días, y observaron el extraño comportamiento de su rebaño: "estaban todas las ovejas apelotonadas en la parte de arriba de la nave, unas contra otras, debido al miedo que debieron pasar durante toda la noche". Enseguida encontraron los seis cadáveres entre ellas y las heridas sufridas por algunas de las supervivientes.

Pero a pesar del disgusto, "no queda más remedio que continuar trabajando", sin embargo, una tarea rutinaria como el ordeño se convertía en algo casi imposible pues las ovejas, normalmente dóciles, "no querían entrar en la ordeñadora por el estrés", relata José. Por eso los hermanos Pérez calculan que las pérdidas irán más allá de las ocho bajas en un rebaño de 350 madres y se notarán sobre todo en el volumen de producción de leche por oveja, "a nosotros es la primera vez que nos ataca el lobo, pero por lo que nos han dicho otros ganaderos que sí se han visto en esta situación, las ovejas podrían tardar varias semanas, o meses, en reponerse del estrés y volver a dar la misma leche", lamentan los hermanos. Una caída de la producción o del grado de calidad de la leche puede suponer entrar en pérdidas en un sector que trabaja con unos márgenes de beneficio ínfimos y en el que la rentabilidad depende siempre del volumen.

Aunque Belver queda lejos de la Culebra y de otras zonas de montaña no es la primera vez que el cánido hace de las suyas en este municipio, pocos años atrás otras explotaciones de este pueblo perdieron hasta 40 ovejas entre las fauces del predador. El municipio tiene dos zonas boscosas muy próximas al casco urbano, y a apenas cinco kilómetros comienza el Monte Raso de Villalpando, un extenso pinar en el que siempre se ha creído que habita el cánido, "de vez en cuando se ve al lobo por algún camino", asegura un vecino de la localidad.

En esta ocasión, para llegar hasta las ovejas, los lobos tuvieron que salvar un primer cercado, probablemente pasando por debajo, y después saltar las paredes de la propia nave.

Belver de los Montes se encuentra al norte del río Duero, donde el lobo ibérico se considera una especie cinegética, peor aún es la situación que viven los ganaderos de Sayago o La Guareña, al sur del río, donde el lobo está protegido por la Directiva Hábitat de la Comisión Europea y no se puede controlar cinegéticamente a pesar de que en estas zonas algunas explotaciones han sufrido decenas de ataques de forma repetida, como ha sido el caso de Fresnadillo de Sayago o San Miguel de la Ribera.