El Parque Natural Arribes del Duero, internacional por su conjunción con el territorio luso, y Reserva de la Biosfera tras elevar la Administración su categoría, es un escenario donde las basuras y los residuos están presentes en "miradores" de gran afluencia turística, y también en pagos más camuflados donde se pretende que los desechos pasen desapercibidos.

Y es una triste realidad que salta a los ojos tanto en la zona zamorana, como en la portuguesa, como en la salmantina, y que pone de relieve el incivismo que persiste en la ciudadanía, que trata de evitar con esos vicios toda gestión y tratamiento. También evidencia la falta de limpieza o de control por parte de las administraciones, que ven esta porquería por lo visibilidad.

Los despojos aparecen en puntos adecuados para el estacionamiento de vehículos o accesibles a los turismos. Los usuarios se sirven de los coches para el traslado de las basuras hasta el lugar elegido para su desprendimiento, y allí los tiran sin más contemplaciones.

Llaman la atención, entre otros, el vertedero formado en la vertiente lusa del Duero, en las inmediaciones de la presa de Bemposta, que es el paso fronterizo de España y Portugal, a través de Fermoselle. Es un mirador en el que se detienen los visitantes y amantes de espacio protegido porque es una de las atalayas ideales para contemplar la desembocadura del Tormes al Duero y, además, disfrutar del paisaje del arribanzo del Duero y del complejo hidroeléctrico lusitano.

En la vertiente al río de este mirador aparecen todo tipo de materiales desechados, sin faltar un colchón, una maleta y toda suerte de piezas. Aunque tenga la calificación de incontrolado, en verdad es un depósito de basuras conocido por estar aledaño a una de las carreteras fronterizas que concentra un importante movimiento de tráfico.

También uno de los miradores que ponen a la vista el conjunto del complejo hidroeléctrico de Villalcampo, y el cañón del Duero, es otro de los puntos elegidos por los desalmados para abandonar viejos electrodomésticos o televisores. Es otro escenario de fácil acceso para los vehículos, donde resulta fácil deshacerse de los desechos echándolo simplemente a rodar por la costanera.

En la vertiente del cañón del Tormes, los residuos aparecen más diseminados y desperdigados entre la vegetación. Igualmente en esta zona los ciudadanos que han optado por desprenderse de ruedas, carcasas de televisores y otros elementos han aprovechado su cercanía a la carretera que comunica Fermoselle con Trabanca y la posibilidad de aparcamiento para cometer la falta o delito medioambiental.

Los residuos menores como botellas, latas y bolsas son algo cotidiano en las cunetas de no pocas carreteras. Son tirados por personas que no reparan en la existencia de contenedores en las poblaciones y que abren la ventanilla de los vehículos para echarlos al campo sin más. Entre estos minivertederos está la propia parada obligada en la presa de Villalcampo, cuya espera ante el semáforo sirve a los incívicos para desprenderse de todo lo desechable que llevan encima.

En los vertederos de mayor entidad todo parece indicar que los desaprensivos conocer el lugar y aprovechan la noche o momentos del día en que pasan desapercibidos para limpiar sus domicilios de elementos inservibles. Es una de las estampas que manchan un paisaje natural elogiado, con la imagen y la palabra, en las ferias nacionales e internacionales de turismo.