Más allá de que ayer hicieran huelga o trabajaran, las protestas para reivindicar una igualdad de género real y efectiva convocadas con motivo del Día Internacional de la Mujer tenían un apoyo casi unánime entre las féminas de los pueblos de Zamora, que dan testimonio de la pervivencia del machismo en la sociedad porque lo perciben a su alrededor, porque les horrorizan las expresiones más violentas que se siguen dando en España y, sobre todo, porque alguna vez han sufrido discriminación por ser mujeres.

Todas ellas coinciden en la importancias de la educación para terminar de erradicar esta lacra. Por eso Rocío Gangoso, que es agricultora ecológica y madre de un niño y de una niña, intenta educar a sus dos hijos en igualdad, y precisamente por eso ayer se sumaba a la huelga y ni ella trabajó, ni su niña fue al colegio. «Le explico que no quiero que cualquier niño de su clase, que estudie lo mismo que ella, tenga más privilegios cuando sean mayores solo por ser chico». Por la tarde toda la familia acudía unida a la manifestación de Zamora. Rocío y su pareja vivían en Bilbao y hace unos años regresaron a su pueblo de origen, Prado, en Tierra de Campos, para montar una explotación de titularidad compartida dedicada a la agricultura ecológica, «Ecoprado», donde cultivan ajo, cebolla, pistacho o legumbres, pero ella ayer no se ocupaba de la tierra para contribuir a darle una sociedad mejor a su hija.

También la fotógrafa Cristina Zelich, residente en Gáname, secundaba la huelga y se desplazó hasta Zamora para participar en el multitudinario grito por la igualdad que recorrió las calles. Cristina se ha labrado una carrera exitosa en un mundo en el que todos los nombres más conocidos siguen siendo en masculino, y ayer quería aportar un grano de arena más para acabar con las mentalidades machistas «que algunas personas no quieren ver». Este diario hablaba con ella justo cuando salía de un acto organizado en Bermillo con motivo del Día Internacional de la Mujer en el que escuchó «posiciones que no puedo compartir, por ejemplo que las mujeres queremos conservar algunos "privilegios" como tener a un hombre que nos abra la puerta». La fotógrafa, que creció en una gran ciudad como Barcelona y optó por vivir en un pueblo de Sayago atestigua que el machismo «se da en el mundo urbano y en el rural por igual», y de forma más cruda «en los países del mal llamado tercer mundo».

Para otras el paro fue de media jornada, como para María Jesús Álvarez, que regenta una tienda de alimentación en Benegiles que «no me atrevo a cerrarla porque es la única que sirve productos básicos a este pueblo», pero por la tarde no acudió a cuidar la explotación ganadera que comparte. «En lugar de eso, me voy a la gala de AZME» que reconoce la trayectoria de mujeres emprendedoras de la provincia de Zamora. María Jesús notó cómo ayer pasaban por su tienda bastantes más hombres que mujeres a comprar el pan, cuando habitualmente sucede justo lo contrario, algo que achaca a que «la huelga sí se está haciendo dentro de las casas», precisamente donde las mujeres, de forma injusta, aún trabajan más que los hombres.

Algunas sí acudieron a su trabajo pero decidieron hacer huelga en el hogar, como la acupuntora Gemma Armada, que lleva junto a su padre el centro de medicina tradicional china «Ternatur», en Bermillo de Sayago. «Si un día cierro, me arriesgo a que el cliente que se queda sin atender no vuelva», explica esta barcelonesa de nacimiento que decidió volver a Bermillo hace más de 13 años. Sin embargo, sí ejercerá la huelga de cuidados: «vivo con tres hombres, que se ocupen ellos hoy».

Y muchas otras, quizás la mayoría, no pudieron faltar a sus puestos de trabajo pese a compartir los motivos de la lucha. En algunas ocasiones la propia naturaleza de la profesión hace imposible desatender las obligaciones ni un solo día. Es el caso de Teresa Cotorruelo, de Fornillos de Fermoselle, que elabora la mermelada artesanal «Oh Saúco». El proceso es lento, el miércoles coció una buena partida de peras cultivadas en Toro que ayer estaban listas para convertirse en mermelada y no podían esperar. Aun así, Teresa deja claro que «apoyo totalmente la huelga y las manifestaciones para que todas tengamos los mismos derechos que los hombres». Aunque ella reconoce que no sufre discriminación en su casa, y trabaja para ella misma, se siente «horrorizada de toda la violencia hacia las mujeres que vemos prácticamente a diario en las noticias». Teresa, además de hacer mermelada, es instructora de yoga y organiza talleres de iniciación al vegetarianismo que suelen atraer a Arribes a gente de toda España.

Tampoco han podido secundar el parón todas las empresarias que participarán este fin de semana en la Feria Raíces, pues ayer era la víspera de la apertura y el único día para montar sus stands en el recinto ferial Ifeza. Es el caso de Mónica Castelo, una ponferradina residente en Villadepera, bióloga de formación y artesana de profesión, que diseña y elabora complementos bajo su firma «¡Qué mona!». Ella no hace huelga pero apoya la reivindicación porque «es evidente que siguen existiendo desigualdades».

Lo mismo le sucede a Nuria Álvarez, fundadora de la empresa «Agroberry» en Almendra, que cultiva y comercializa moras libres de herbicidas e insecticidas que también estarán presentes en la feria. Antes de montar Agroberry,_Nuria, como tantas otras, ha sufrido discriminación por ser mujer cuando «en una entrevista de trabajo me preguntaron con quién vivía y si pensaba tener hijos». Siguen existiendo empresarios retrógrados que no quieren contratar a mujeres en edad de ser madres. Además ellas acaban dedicando más tiempo a cuidar al bebé. Pero Nuria cree que este tipo de situaciones «se deberían combatir con sanciones muy fuertes, un día de huelga no basta».

Y si hay una profesión que no deja tiempo para huelgas esa es la de ganadera. Los animales comen todos los días. Ayer, para Eva Ferreira, de San Martín de Castañeda, la jornada de ayer comenzaba como las demás, antes de las siete para organizar la casa, levantar a los niños y subir a despachar el ganado a la nave. Dejó todo preparado para ir a Requejo donde, como auxiliar de enfermería, atiende a dos mayores en el programa de ayuda domiciliaria. Cuando salía de allí, recogía a los niños y les daba la comida antes de volver de nuevo a atender al ganado. Con estas obligaciones «no nos queda otra que trabajar», aunque pospone las celebraciones del Día de la Mujer para la noche de hoy, viernes, cuando se reúna en San Martín con otras 40 mujeres de la zona. «Veo bien que se haga huelga en reconocimiento a las mujeres».