Mª Dolores Fidalgo Estévez es profesora de Lengua Castellana y Literatura en el IES Martínez Uribarri de Salamanca. Nacida en Figueruela de Abajo, esta docente alistana acaba de publicar, junto a sus compañeras de departamento Reyes Arenales y Magdalena Rodríguez, el libro "Encajes rotos", una antología divulgativa sobre cuentos feministas de la escritora gallega Emilia Pardo Bazán.

Además de rescatar la figura de una mujer "visionaria de un tiempo que estaba por venir", este trabajo es también para Mª Dolores Fidalgo un homenaje a sus padres Adolfo, de Villarino-Manzanas, y María, de Figueruela de Abajo, campesinos que "trabajaron de modo infatigable por sacarnos adelante". Desde su estatus aristocrático, Pardo Bazán escribió de esas mujeres aldeanas, virtuosas, que fueron "feministas sin saberlo, por pura necesidad". Esta profesora de literatura desmenuza con brillantez la obra y la personalidad de una escritora irrepetible. Todo un referente para la mujer.

-¿Cómo nació el proyecto de "Encajes rotos"?

-La idea nació de la interacción con los alumnos de bachillerato. Nos planteábamos qué deberían leer, qué propuestas podíamos establecer para ellos, y entre mis compañeras y yo pensamos que podía ser una buena opción plantear algunos de los cuentos de finales del XIX, entre los que habitualmente surge la lectura de Clarín, por ejemplo. Pero decidimos indagar en la narrativa de una autora que también escribió cuentos, como es Pardo Bazán, y vimos que había montones de historias que había ido publicando poquito a poco en la prensa y en distintas revistas en todo el ámbito hispánico, no solamente en España. Fuimos recogiendo toda esta información y entrando en estos relatos hasta hacer una selección con la que empezamos a trabajar en las aulas.

-¿Por qué una escritora con una obra tan profusa y tan brillante costó tanto considerarla como referente literario?

-Desde luego que falta justicia literaria para Emilia Pardo Bazán. Es una escritora magnífica que si viviera en otro país sería una de las grandes autoras reconocidas, no solo del siglo XIX sino de todos los tiempos. A pesar de que escribe que es una delicia, está injustamente tratada en la historia de la literatura, más bien relegada a un segundo término y no tiene nada que envidiar a los grandes hombres de su tiempo, llámese Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas Clarín etcétera.

-Una mujer tan valiente y culta en aquella época tuvo que ser toda una revolución, tanto por lo que escribía como por la libertad con la que actuaba.

-Es curioso porque es una aristócrata, la condesa de Pardo Bazán, una mujer conservadora y asociada a un determinado estatus de unas ideas como muy tradicionales. Era católica y liberal, y sin embargo de modo simultáneo crea el arquetipo de una mujer escritora autoconsciente de su papel como mujer, feminista en el sentido de que lucha por la defensa de los intereses de la mujer y visionaria de un tiempo que estaba por venir. Todavía estamos hablando en el siglo XXI del papel de la mujer y ella en el XIX lo vio, luchó a mandíbula batiente con todo el mundo para hacerse un espacio, para luchar por la mujer y hoy en el siglo XXI seguimos reivindicando los proyectos que ya ella denunció en día. Su legado es incuestionable.

-En lo personal también fue una avanzada, nada sumisa, llegó a separarse y a mantener una relación con Galdós que dio mucho que hablar en los mentideros de la época.

-Así es. Ella desde niña vivió en una familia en la que tuvo la oportunidad de recibir una educación absolutamente libre como cualquier varón, cosa que era inédita en su tiempo. Su madre, desde muy chiquitina, la enseñó a leer, a disfrutar del placer de la lectura. Y su padre la educó con total y absoluta libertad. Abrió la inmensa biblioteca familiar y la puso a su disposición. Desde niña empezó a leer a todos los autores clásicos, a los grandes filósofos, y arrancó un afán por la lectura voraz. Como no podía asistir a la Universidad se nutría de toda la biblioteca paterna. El primer referente lo tiene ahí.

-Sin embargo se casa muy joven, como era lo propio en la época.

-Ella tenía 16 años y su marido 20, estaba estudiando derecho. En aquella época era normal el matrimonio a edades tan tempranas. Pero llegó un momento, con la publicación de los artículos que tienen que ver con el naturalismo, "La cuestión palpitante", que creó un enorme revuelo y el marido le dijo que él no podía soportar la presión social.

-Incluso confesó que se avergonzaba de que su mujer pudiera escribir con tal atrevimiento.

-Efectivamente, y la puso en la tesitura terrible de tener que elegir entre el matrimonio o su carrera profesional. Y Emilia Pardo Bazán decidió que la pasión por la literatura y su deseo de libertad eran mucho más fuertes. Por fortuna siguió escribiendo.

-Sigue sin explicarse que una autora con ese bagaje cultural y esa libertad después no tuviera la proyección que merecía. ¿pagó el precio de ser mujer?

-En parte seamos conscientes de que todavía en el ámbito cultural la presencia de la mujer, aunque hemos dado pasos gigantescos y seguimos ahí en pie de guerra, todavía falta una equiparación real. Está claro que en aspectos legislativos se contempla la igualdad de la mujer; si vamos a la Constitución española no hay duda alguna, el artículo 14 así se manifiesta. Pero en la práctica todos sabemos que esto no es totalmente real, porque sigue existiendo una brecha salarial, falta la presencia de la mujer en muchos ámbitos. Por ejemplo en la Real Academia Española son cinco mujeres del total de socios numerarios. Es decir que hay todavía una necesidad real de seguir peleando por la dignidad de la mujer.

-Habla de la Real Academia que a la propia Pardo Bazán se le resistió, parece increíble que entre intelectuales tuvieran esas mentes tan obtusas.

-Ella era una persona incómoda por su sabiduría, su saber estar. Era una mujer políglota en el siglo XIX, que hablaba inglés, francés, que iba a Italia, se presentaba en el Vaticano, viajaba por el mundo. Con este nivel recuerdo haberme sorprendido yo misma al arrancar la lectura del "Prólogo de la esclavitud de la mujer" de Stuart Mill que ella dice "hallándome yo en Oxford...". Y dices cómo es posible que una mujer en el siglo XIX pudiera viajar a Oxford para formarse o pudiera asistir al país para enriquecerse y hablar, discutir de tú a tú con intelectuales de la talla de Víctor Hugo. Cómo es posible también que ese perfil intelectual no haya sido reconocido hasta el extremo de permitir ocupar un lugar puntero en nuestra tradición literaria. Por fortuna empiezan a existir trabajos que reivindican esta figura y que pretendemos entre todos rescatar del olvido histórico. Emilia Pardo Bazán debería estar presente en todos los manuales de literatura y ser conocida por todo el mundo porque hizo una labor importantísima como intelectual y como mujer.

-¿La publicación de "Encajes rotos", cuyo título es el de uno de los cuentos de Pardo Bazán, contribuye a hacer justicia con la escritora?

-"Encajes rotos" es una antología de relatos de Emilia Pardo Bazán, cuentos que ella publicó en la prensa. El título es el de uno de sus cuentos y las tres profesoras decidimos elegirlo para la antología porque habla un poco de la sutileza del encaje. Ella era una admiradora del trabajo de las mujeres de Camariñas (en la zona de la costa), pero también era muy sutil en sus apreciaciones lingüísticas. Si lees sus textos tienen esa filigrana verbal, un lenguaje delicioso, un vocabulario esmerado, una estructuración sintáctica mágica, es capaz de reproducir el lenguaje hasta exprimirle todo el jugo. Y por otro lado el cuento denuncia la intuición de una mujer ante la posible violencia que el futuro marido podía generar. Porque el mismo día que suben al altar descubre que la reacción del marido ante la rotura del encaje deshace la boda. Esa rotura tiene que ver con las parejas y las vidas que se rompen a través de la violencia de género.

-Ahí está el carácter visionario, escribiendo sobre un problema de triste actualidad.

-Sí, su mensaje es absolutamente vivo, por eso hemos creado una antología divulgativa para que todo el público pudiera leer y entender los cuentos.

-¿Qué criterio se ha seguido a la hora de seleccionarlos?

-Lo hemos enfocado entendiendo a Emilia Pardo Bazán como una feminista avanzada, visionaria y adelantada a su tiempo. Ella en los cuentos establece dos tipos de mujeres, por un lado las que son víctimas de la violencia física, psicológica, de un acoso y una destrucción, que son las mujeres débiles y frágiles. Y por otro lado establece un prototipo de mujer fuerte y valiente; no hay que olvidar que hablamos de finales del siglo XIX, cuando lo que llamaban "la cuestión de la mujer" era todavía un tema emergente. En Europa, en el ámbito anglosajón, estaban empezando a surgir las sufragistas. Pero en España era un tema incipiente, apenas cuatro mujeres se atrevían a hablar de este tema. Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal y Rosalía de Castro fueron voces potentes, pero sobre todo Emilia. Son mujeres fuertes, que consiguieron luchar a través de armas distintas y salir adelante, y algunos cuentos así lo evidencian.

-Se intuye que la investigación ha sido apasionante.

-Merecía muchísimo la pena. Y sobre todo nos encanta a las autoras porque ha sido una idea que surgió de tres mujeres en un departamento en que estamos cinco personas, nosotras y dos compañeros. Ha sido interesantísimo trabajar juntas, establecer criterios para unificar la investigación y aportar ese granito de arena al compromiso con la mujer.

-Pardo Bazán defendió la cultura en igualdad para mujeres y hombres, otro gran avance en su época.

-Sí, en esa línea de feminismo ella plantea tres vías fundamentales. La primera toca de forma directa el tema de la educación porque entiende que una mujer, si no es educada en igualdad de condiciones a cualquier otro ser humano, es imposible que alcance nada que valga la pena. Pardo Bazán reivindica desde el principio el derecho a una educación igualitaria y de alto nivel, también en la universidad. Y lo pide en los congresos pedagógicos, donde se reconoce a la mujer el derecho a trabajar, una vez educada, en los jardines de infancia. Pero ella dice no se debe limitar a la educación infantil solo porque se asemeja a la crianza de los hijos, sino que la mujer tiene derecho a una formación universitaria y a acceder al mundo laboral en igualdad de condiciones que el varón. Esto a finales del XIX es insólito.

-Y también hace una lúcida distinción de las clases sociales sin ahorrar críticas a la banalidad y por el contrario enaltece a la sacrificada mujer de pueblo.

-Cuando habla del trabajo de la mujer es curioso porque lo enfoca desde distintas clases sociales y a mí me ha encantado una idea que además engarza directamente con mis orígenes. Emilia defiende que para hablar de la mujer hay que hablar de tres clases sociales. Por un lado la mujer aristócrata, que tiene unas condiciones de vida fáciles y cómodas, es la clase social a la que ella pertenece y la defiende a ultranza. Hay una segunda clase social, la de la mujer burguesa, que ella la entiende como una mujer cursi y vulgar porque piensa que su única preocupación es aparentar, ser una aristócrata, que no es, con la idea de casarse bien aunque por sí misma no puede trabajar porque sería propio de una mujer pobre, y a la vez no tiene el sustento propio para salir adelante. Entonces muchas de esas mujeres solucionaban este tema vía matrimonio acordado, con un buen partido, o con el convento si tenías una buena dote.

-En cambio otorga gran valor a la clase más baja.

-Sí, la tercera clase que analiza es el pueblo. Una mujer que ha sido condesa, aristrócrata por definición, conservadora, es capaz con su inteligencia de hacer un repaso de todas las clases sociales y recalar en la mujer de pueblo. Literalmente dice "la hija del pueblo, chiquitina aún, aprende ya a agenciarse el pedazo de pan haciendo recados, sirviendo, cosiendo, en la fábrica de tejidos, en la de cigarros, pregonando sardinas o legumbres, llevando las vacas al pasto o labrando la tierra". Y nosotras pensamos que esas mujeres de pueblo, las aldeanas, las marineras, son virtuosas y feministas sin saberlo por pura necesidad.

-¿Y es cuando el recuerdo le lleva a las mujeres alistanas?

-Es que las mujeres de mi tierra han sido así. Han labrado el campo, han trabajado con el ganado, han sido capaces de criar una familia y dar estudios a sus hijos. En cierto modo siento que este homenaje que Pardo Bazán brinda a la mujer de pueblo, al hacerlo presente de alguna manera también es un homenaje a la mujer alistana.

-Y a unos padres trabajadores, que sacrificaron todo por dar un porvenir a sus hijos.

-Mis padres toda la vida han sido campesinos y fueron muy capaces de trabajar de modo infatigable para sacarnos adelante, para que estudiáramos y recibiéramos una formación adecuada. Solamente tengo gratitud para con ellos y para con todas las personas que hicieron posible este recorrido.

-¿Mantiene contacto con sus raíces alistanas?

-Claro, necesito de vez en cuando perderme por la Sierra de la Culebra porque para mi es un espacio de paz y de libertad y un reencuentro con la naturaleza. Y recuerdo cuando éramos niños que andábamos todo el día jugando por la calle, sin ningún tipo de miedo, metidos en los charcos... E ese espacio de libertad lo recuerdo siempre con muchísimo cariño.

-Evoca escenarios que hoy son irreconocibles, por desgracia.

-Y eso me produce muchísima tristeza. Es una sensación doble; por un lado tienes la alegría y la suerte de haber nacido allí, pero por otro siento la decadencia a la que están sometidos los pueblos, sobre todo del poniente zamorano, incluido Aliste, que van muriendo poquito a poco. Y eso me llena de tristeza.