Hoy se cumplen 18 meses, año y medio desde que Miguel Fernández fuera visto por última vez tras salir de su casa de veraneo, en Gallegos del Campo, a dar un paseo. A sus 78 años, aquella mañana del 2 de septiembre se perdió definitivamente el rastro de Miguel Fernández, y su familia sufre la ausencia y el desasosiego por no saber qué pasó. "Lo peor de todo esto es que no puedes cerrar el duelo, pero a la vez tampoco te puedes estancar porque la vida sigue. Es muy difícil convivir con las dos cosas" confiesa Lucía, la hija de Miguel.

Hay días mejores y días peores. Hoy será de los malos para ella y su madre de 78 años. El recuerdo del anciano no se les quita de la cabeza, pero se acentúa cuando llegan flechas claves: cumpleaños, aniversarios... "La Navidad ha sido muy dura" afirma Lucía, aunque sabe que la peor parte de esta inexplicable ausencia se la lleva su madre. "Yo tengo mi trabajo, mi vida, sales, entras... Pero ella está en casa, han sido 50 años juntos y de la forma que vivían los matrimonios, todo por el para él".

El de Miguel Fernández es uno de los más de cuatro mil casos de personas desaparecidas, historias con un gran eco mediático -ahí está ahora el reciente caso del niño de Níjar- que decrece a medida que pasa el tiempo. Y a esta familia alistana le ha ocurrido lo mismo. "No tengo ninguna queja ni de la gente ni de la Guardia Civil, los vecinos han respondido siempre a las peticiones de búsqueda de mi padre, pero llega un momento en que hay que parar, no tienes rastro de nada, como es normal la gente sigue su vida y nosotros nos quedamos con nuestro dolor".

A la desaparición de Miguel le sucedieron intensos y largos días de batidas por el monte y la investigación de la Guardia Civil abierta. Ni rastro.

Pero la familia también sufrió un momento decepcionante cuando tras un rastreo programado el año pasado, en una zona acotada por la Guardia Civil, se localizaron unos restos que abrieron por fin una luz. Todo apuntaba a que eran humanos, la propia Guardia Civil inicialmente así lo pensó y generó esperanzas hasta que 24 horas después los análisis confirmaban que no se trataba de restos humanos. Desde aquel 31 de agosto pasado, cuando se vivió aquel frustrante episodio, la familia de Miguel Fernández no ha vuelto a tener ninguna novedad. "Mantengo contacto con la Guardia Civil, en noviembre estuve en Zamora hablando con ellos, me dicen que se sigue investigando pero no hay ninguna novedad".

¿Cómo es el recuerdo de su padre? "Sobre todo te viene por las noches y también con cosas que a él el llamaban la atención; por ejemplo con lo de Cataluña me digo "lo que se está perdiendo mi padre", porque esas historias las seguía mucho". Por mucho que pase el tiempo es una "herida abierta" que desapariciones mediáticas como la de Diana Quer o programas como el recién estrenado "Desaparecidos" reabren, "pero a la vez te tranquilizas (entre comillas) un poco porque sabes que no estamos solas, que hay más de cuatro mil familias como nosotros".

Lucía ha pensado de todo sobre la desaparición de su padre, pero tras 18 meses de ausencia "mi teoría es que salió, le dio un golpe de calor, se refugió en algún sitio y todos sabemos como está el monte". Por eso lamenta que "la gente (sobre todo los mayores) siga cometiendo las mismas imprudencias que mi padre, salen a su bola, sin decir a dónde, sin pensar en el tiempo y pueden pasar estas cosas. Por favor que tengan cuidado y que al menos el caso de mi padre sirva para no cometer los mismo errores".