A sus 91 años, Ana (es un nombre ficticio para preservar su intimidad) ha empezado a cobrar la pensión de viudedad por los años de matrimonio que mantuvo con su exmarido, fallecido hace 9 años. La obstinada resistencia de la anciana a beneficiarse de nada que estuviera relacionado con quien fue su esposo hasta el año 1983 - "no quería nada de él", comentan en su entorno-, ha mantenido a esta sayaguesa con una exigua pensión no contributiva de 369 euros mensuales, renunciando a un derecho reconocido por ley.

Durante años las insistentes sugerencias de personas cercanas para que solicitara la pensión de viudedad no han servido de nada. Ana desistía de mejorar sus ingresos aún sabiendo que podría aspirar a una prestación más digna, hasta que el año pasado por fin hizo caso a los consejos de una voluntariosa asistente social jubilada y accedió a iniciar los trámites para percibir la pensión en su condición de viuda.

Un logro que ha sido posible gracias al empeño y la generosidad de personas que han revuelto Roma con Santiago hasta que Ana ha recibido este mes de febrero la resolución favorable que le da derecho a una pensión mensual de 639 euros.

Todo hubiera sido más fácil si la anciana hubiera tenido capacidad para realizar personalmente el peregrinaje por las administraciones. Pero no ha sido el caso. Enferma y con los achaques agravados en los últimos meses, ha tenido que autorizar a una persona para realizar la tramitación de la pensión y solicitar la documentación necesaria.

Todo empezó a principios de diciembre y en febrero el caso ha quedado resuelto gracias a una encomiable "cadena de favores" de ciudadanos anónimos, que abarca desde vecinos, amigos de vecinos, conocidos y también funcionarios. De todo hay en la viña del señor. "La burocracia es horrible, y más cuando le tienes que hablar a un teléfono con un disco que no te escucha como ese uno del INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social) para pedir las citas. Pero también te encuentras con personas en la Administración que te facilitan las cosas" cuenta una de las generosas manos con las que ha contado Ana para percibir su pensión de viudedad.

Porque la condición de divorciada de la anciana ha complicado el proceso, obligando a pasar por el Ayuntamiento, desde luego el INSS, el Juzgado o la antigua Audiencia Territorial de Valladolid, donde la sentencia de divorcio se recurrió en apelación en el año 1983. Pasados 35 años del proceso -dos después de la aprobación de la Ley de Divorcio en 1981-, cuando hubo que solicitar al Juzgado la sentencia de separación como uno de los requisitos exigidos por el INSS "nos dijeron que igual había que pedirla en el Archivo Histórico y que se tardaría meses".

Una carrera contrarreloj porque la Seguridad Social daba un plazo de diez días para presentar los papeles. Era imposible cumplirlo, pese a los viajes, idas y venidas de ventanilla en ventanilla Lo más complicado fue conseguir la sentencia de separación y el convenio regulador, que finalmente se logró tras un viaje a Valladolid.

La buena voluntad de las personas consiguió superar la siempre farragosa barrera de la burocracia y Ana ya puede cobrar la pensión de 639 euros. "Su vida no ha sido fácil, así que aunque sea a los 91 años que pueda beneficiarse de una pensión mejor que la que tenía" comenta una persona del entorno de la anciana, ahora ingresada en una residencia.