El entierro de la Sardina cerró ayer las fiestas de carnaval organizadas en Puebla de Sanabria y, como viene siendo habitual, el funeral despertó el interés de un importante número de fieles que arroparon en su triste final al conocido ejemplar de los mares.

La marcha del último adiós partió de la Plaza Mayor para concluir con todas las despensas en la plaza del Arrabal.

Fue una procesión cargada de sentimiento y emoción, que en este caso discurrió por el casco histórico de la villa.

Mari Mar volvió a brillar en el diseño de la gran talla, con una sardina llena de atractivo que murió, como quien dice, en la flor de la vida. Pedro Castronuño destacó ayer el seguimiento que tiene el entierro de la sardina, con las mujeres vestidas de riguroso luto, con el acompañamiento de hombres y la marcha funeraria al resplandor de las velas.

El apóstol oficiante despachó el funeral con un responso digno de una pérdida lamentada pero tan impepinable como la muerte, que a todos llega, de modo que a la nostalgia debe seguirla un horizonte de superación. La incineración pública de la sardina fue seguida con la expectación de los ilustres personajes cuya desaparición causa una enorme conmoción.

Castronuño resaltó la gran participación ciudadana, tanto en la programación como en la celebración de los carnavales, con especial entrega de las peñas, que impulsan con su labor el festejo del carnaval.