"¡Vivan los novios!", sonaba ayer en Sanzoles, y no era ni a la puerta de la iglesia ni en el Ayuntamiento, sino en el parque infantil, donde los quintos de 2018 escenificaban la "boda de carnaval", una tradición propia de estas fechas de antruejo en la que un irreverente sacerdote escenifica el casamiento entre los quintos mayores que después se celebra por todo lo alto, como una verdadera boda, este año con cerca de un centenar de convidados al banquete.

La fiesta comenzaba con el cortejo que acompañó a la pareja desde la casa de la novia hasta el lugar de la celebración. De testigos de la ceremonia, el resto de la quintada y algunos jóvenes más, ellas disfrazadas de época y ellos luciendo elegantes capas castellanas y sombreros de copa, y de espectadores los familiares de los quintos y una buena parte del pueblo que no quiso perderse la celebración, en la que se escenifica el "sagrado" vínculo del matrimonio uniendo a los recién casados con un enorme yugo de los que se utilizaban para los bueyes.

Después del sí quiero, marido y mujer recorrieron a ritmo de charanga las calles de Sanzoles acompañados del resto de los quintos y del cura más marchoso que se ha visto en la localidad. Las canciones populares que resonaron en toda la villa animaban a la vecindad a sumarse a la fiesta.

El carnaval es uno de los grandes momentos del año para los quintos, que comienzan su "reinado" en Reyes preparando la hoguera, y que en el antruejo son los encargados de preparar el baile de la noche del sábado, entre otras cosas. El ciclo continúa el 1 de mayo y finaliza en San Esteban con uno de los jóvenes interpretando el papel del Zangarrón, la celebración más importante para los sanzolanos.