Las gélidas temperaturas de este febrero no apagan los ánimos de diversión de las águedas de Andavías, que después de tres días y dos intensas noches de fiesta ayer revivían la tradición del salto del piorno. Enfundadas en sus enaguas y sus espesos manteos, una treintena de mujeres se atrevió a "volar" entre las llamas de una viva hoguera que ardió durante varias horas, y entre salto y salto se sucedían los cánticos subidos de tono y las bromas a los hombres que osaron a acercarse a contemplar el origen del alboroto. A veces las bromas también se las disparan las unas a las otras, porque "después de todo somos un gran grupo de amigas muy unido", explicaban antes del encendido del piorno.

Por eso, las águedas nunca olvidan a las hermanas de mayor edad, que quizás ya no saltan ni participan de todas las juergas, pero siempre reciben una o varias visitas de todas sus compañeras, ni tampoco de las difuntas, a quienes siempre dedican una misa en la mañana siguiente al día de santa Águeda.

Para pertenecer a la cofradía de las águedas, tienes que ser una mujer casada en Andavías, y aunque este año no ha habido ninguna nueva incorporación, "las que quedamos estamos decididas a mantener esta tradición que tiene varios siglos de antigüedad". Las encargadas de todos los preparativos -mayordomas- este año han sido Carolina Carrión y Conchi Pardal, mientras Rocío Fraile ejerció de jueza. Soraya Martín y María José González recogían su testigo al apagar los últimos rescoldos del piorno para comenzar a preparar la celebración del 2019, aunque aún queda fiesta por delante.

Hoy se correrá el gallo, la cena que pone el broche final a cinco días de fiesta y que es el único acto al que pueden acceder los maridos, para compensarles por todas las bromas que han tenido que soportar en los últimos días, en los que las mujeres han mandado en Andavías.