Dos alumnos se incorporaron este miércoles al colegio de Ferreras de Arriba, alejando por una temporada el temor del cierre de la pequeña escuela en el medio rural. En el centro había seis alumnos, con edades de entre 5 y 11 años, a los que se suman los dos nuevos estudiantes llevados desde Valdespino, en el municipio de Robleda-Cervantes. A la salida de clase, en su primer día en el nuevo colegio, hay expectación. Su madre Sonia Antona y las otras madres de alumnos aprovechan los minutos antes de la salida para presentarse, es una vecina que se ha afincado en el pueblo.

Aitor, el pequeño, sale buscando la mirada de su madre. A los pocos minutos sale de la clase de música el mayor de los hermanos Yerard. Los nervios de esa primera hora, de encontrar un aula diferente, con nuevos compañeros y nuevos profesores desaparecen a la salida de clase y se convierten en una animada charla del primer día de clase repleta de actividades, sociales, matemáticas, lengua? música.

El motivo del traslado de esta familia de cuatro miembros es la decisión de Sonia de hacerse cargo de un bar restaurante en Ferreras de Arriba, con el apoyo de su marido, José Antonio Quesada. En Ferreras, como todos los pueblos de la zona, la tendencia es a perder población y a que haya menos niños, una tendencia que ha cambiado porque se han reabierto tres negocios en pocos meses y han llegado 8 nuevos habitantes.

Sonia apura los últimos minutos en el local donde se ultiman todos los preparativos para abrir La Enredadera el próximo día uno de febrero. Es un ir y venir de representantes del sector de la hostelería. La nueva empresaria de Madrid, aunque de ascendencia Sanabresa y residente desde hace 8 años en Valdespino, ha trabajado en el sector de hostelería en El Puente de Sanabria y "tenía muchas ganas de tener un bar o un restaurante". Llega el pedido de carne mientras se terminan de instalar las cámaras de refrigeración, el dispensador de cerveza, la reposición de algún mueble auxiliar. "Vamos a ver como sale esta aventura" comenta esta joven, que cuenta con el apoyo de toda su familia.

El problema que ha tenido esta familia es el encontrar una casa en alquiler en el mismo Ferreras de Arriba porque las que había están ocupadas y de momento viven en Ferreras de Abajo. La otra opción era seguir en Valdespino, pero estar todo el día en carretera no es lo más conveniente. Tal vez alguien alquile alguna casa "cuando los dueños vengan por el verano porque ahora hay muchas cerradas".

Ni Jéssica Ferreras ni Carmen Fernández han tenido ese problema, ya que pudieron alquilar una de las viviendas disponibles en el mes de septiembre, cuando se trasladaron para hacer cargo del bar de "Transi", que había cerrado. El padre de Jéssica es de Ferreras, aunque ella nació en Barcelona y ha vivido 22 años en Azuqueca de Henares (Guadalajara), un municipio con 40.000 habitantes. El último año residió en Gijón. "El trabajo está muy mal" comenta en el bar, por eso cuando surgió la oportunidad se vino a Ferreras de Arriba. "Es un pueblo con mucho movimiento para la poca gente que hay en la zona, pero vienen de los otros pueblos, de Villardeciervos, de Sarracín de Aliste.... Hacen la ronda, se toman algo aquí y luego van al otro bar".

La hostelería es "una profesión totalmente nueva para ellas, pero nos hemos adaptado bien al pueblo". Los fines de semana hay algo de movimiento con los visitantes de la sierra de la Culebra y los alojamientos en las casas rurales. Recientemente vino un grupo de cordobeses a visitar esta zona.

Desde el mes de septiembre Ferreras de Arriba está de enhorabuena porque combate la despoblación ganando 8 habitantes de hecho.