Abejera de Tábara vivía ayer un día marcado por el revivir de las tradiciones y las costumbres de una comunidad vecinal orgullosa de su pasado y de sus orígenes. Gélidas temperaturas para una ancestral tradición rural que salía pasadas las 4 de la tarde.

El Cencerrón, personaje principal de la mascarada, cobró vida gracias a la magistral interpretación del joven David Gallego Andrés, acompañado en sus andanzas por la peculiar "Filandorra" que este año encarnó Michael Blanco Hessler. El Gitano (Adrián Rodríguez Vara) llegó montado en su burra haciendo las delicias de los presentes. Completaron los personajes de los Cencerrones: Juan María Antón Gazapo (Ciego), Jesús Casado Folgado (Molacillo), Alba Iglesias Antón (Pobre), Beatriz Gallego Andrés (Madama) y David Andrés Folgado (Galán).

Antiguamente, según recuerdan los más mayores, "todos los personajes eran elegidos por el Alcalde de Mozos, ya que no todos podían desempeñar los complicados cometidos" atendiendo a unas características preestablecidas pero no escritas: "El Cencerrón había de ser alto y fuerte, capaz de infundir terror y soportar el traqueteo y peso de las cencerras, así como mover con agilidad las grandes tenazas de escalera, y la Filandorra capaz de desplazarse con ligereza y sigilo, con resistencia física y no tener vergüenza".

Los Ciegos serían los menos exigentes en cuanto a fortaleza "si bien es conveniente que tengan una voz alta y clara para los cantares picarescos". De la Madama, se decía, ha de ser "un mozo de faz sonrosada que, con pocos retoques, simule una hermosa mujer". Por su parte El Galán tiene que ser "un mozo alto y bien parecido, al modelo de un clásico de señorito andaluz". Por último "El Gitano será locuaz, muy descarado y de movimientos rápidos y ágiles", pues se sube y se baja una burra sin parar ni un instante con sus bromas.

Entre las costumbres, "El Cencerrón" siempre que transitaba por la puerta de la iglesia de la Natividad "echaba a un lado la carocha, descubriéndose, nunca entraba en el Sagrao (desde el negrillico y toda la parte baja, hasta la calle de detrás del templo)". En aquellas casas donde había fallecido alguno de sus miembros el año anterior año nunca cantaba, aunque le insistiesen, sino que rezaban un padrenuestro. El Cencerrón alterna pues fiereza y terror, rezos y bondad según las circunstancias: un diablo acorde con los tiempos.