La borrasca "Ana" se apuntó a la marcha ciclista y obligó ayer a posponer, por precaución, el recorrido entre Villanueva de la Sierra y Porto para reivindicar la reforma total de la carretera, organizada por el colectivo Bici Crítica. Pese a la suspensión hubo quién cumplió y cubrió la distancia de cerca de 30 kilómetros que separan los dos núcleos de población que abren y cierran el trayecto de la carretera ZA 102. Ismael Aguado, a dos ruedas, llegaba poco después de las 11.15 a la plaza de la casa Consistorial tras un recorrido con una ligera lluvia y una deslizante gravilla fruto del bacheo de la carretera. El estado del asfalto combinado con el agua, hizo peligrosa la circulación sobre todo en las últimas curvas antes de llegar a Porto y a la altura de Pradorramisquedo, en el kilómetro 18, donde derrapaban los coches en el camino de vuelta descendente.

Hasta Porto se han desplazado familias y portexos jubilados que viven fuera para el puente de la Inmaculada para descansar o hacer los chorizos. Los vecinos ya están esperando la nieve.

En Porto la carretera es tema de conversación en casa, en la calle, en la tienda y en el bar. La construcción de la carretera no arrancó hasta el año 52, como rememoran en la tertulia los clientes de la tienda, y de una primera tacada el asfalto -de mala calidad- llevó hasta la presa de San Sebastián. Aún quedaban unos kilómetros hasta Porto, que discurrían por camino y a pie o en caballería. Los más mayores del pueblo trabajaron en esas obras que les obligaban a pernoctar en Villanueva, en Pías o en Pradorramisquedo por no hacer el camino a pie y a diario. "En un pajar y con una manta", así contaba que pasaba la noche el padre de José Fernández, retirado y residente en Bilbao. De la presa se marchó a Salamaca, de barrenista, "y nunca había visto un aparato de esos. Fue a aprender". Terminó en las obras de la central nuclear de Lemoniz.

En los años 60 había en Porto 1.115 habitantes, por los escasos 300 que viven actualmente, como lleva en cuenta Enrique Carracedo. Cuando no había carretera, los vecinos se desplazaban a pie por la sierra a El Puente, a las ferias de ganado, y a Barrio de Lomba a por harina. El vino se reclutaba en los pueblos cercanos de Galicia "Del Alto de Cubelo para allá", cuenta el antiguo propietario de la tienda-bar, que actualmente regenta Dominica y que está en liquidación.

Muchas cargas de pizarra cruzaron Trevinca para terminar en los tejados de Porto, la central de Ribadelago. Carracedo cuenta que eran las mujeres gallegas llevaban la pizarra que se extraía de las canteras hasta el pie de Peña Trevinca en caballerías, hasta el Hoyo Castaño y de ahí se llevaban en carros hasta Porto o Sanabria. La mayor parte de los tejados eran de cuelmo y escobas hasta que llegaron las primeras "losas" de Ungilde.

Muchas mercancías entraban en Porto desde Galicia, en concreto por la Canda, como el café de contrabando en fardos de 20 kilos.

Hasta 70 pastores, muchos de ellos trashumantes, salieron de Porto hacia Extremadura, entre mayorales, encargados, zagales, estos últimos chavales de 15 años para arriba. En esos años había unas 5.000 cabezas de vacuno y otras tantas de ovino y caprino. José Fernández con 17 años recibía 2 duros de su abuela por ir con las cabras y las ovejas "Cuantas más ovejas mejor, porque tenías más lana". Los pastores de Porto también trabajaron unos años en la recogida de la aceituna.

Desde hace 39 años María Teresa Castro Meire, de A Casa del Pulpo de Verín, no falla a ninguna feria de ganado. Ayer también despachó pulpo a la puerta del bar de Sole Bruña, donde esperaban a los ciclistas con caldo caliente. Teresa Castro recordaba los primeros años cuando "aquí no había nada", refiriéndose al ferial que estaba sin hacer. La gente compraba el pulpo "y se sentaban en cualquier lugar a comerlo", por eso compraron la carpa que se instala en los días de feria.

En el bar, una familia de Barcelona ha aprovechado la semana de puente para ver a la familia y, un día como el de ayer, comer pulpo y hacer corro en la estufa de leña.

En casa de José Fernández Justo se apura la tarea de la matanza. En el cuarto de cura penden kilos y kilos de chorizos, salchichones, bocheros -un tipo de chorizo que se hace con las sobras pero que es muy gustoso- y morcillas dulces. "Debe ser el único pueblo en el que las morcillas se hagan con miel" apunta José, quien fuera juez de paz. Un preparado de grasa, un sofrito, ajo pimentón, pan y sangre son los ingredientes de la morcilla.

Como el resto de vecinos de su edad desempeñó numerosos trabajos como pastor durante 7 años, de vigilante en Sosqueda (Barcelona) y "cuando me ofrecieron quedarme en la SEAT me vine". Tiene 86 años, el apodo de "Capitán" y fue el primer taxista de Porto con un Opel "de los mayores, aunque se averiaba" con frecuencia. Bajaban hasta Villanueva a recoger a los viajeros para trasladarlos a Porto.

La carretera sigue siendo un tema principal de conversación, ayer también por la combinación de agua y gravilla, y la semana pasada por el hielo, y posiblemente desde hoy la esperada nieve.