Juan Manuel Garrote, uno de los ganaderos de Fresnadillo de Sayago que no se acostumbra a perder sus ovejas como consecuencia de los ataques del lobo, encontraba en la mañana de ayer a otro de sus animales muertos. La sorpresa, cuando los agentes de Medio Ambiente se personaron en el lugar para dar parte de lo sucedido, fue que determinaron que en esta ocasión la oveja no había sido devorada por el Canis lupus, sino por perros.

En los últimos años, los ganaderos de Fresnadillo están perdiendo numerosas reses entre las fauces de los lobos, y ahora también, al parecer, de los perros. No en vano, esta fue una de las localidades elegidas por los expertos de la Comisión Europea para evaluar el impacto del lobo sobre la ganadería extensiva al sur del Duero, donde el cánido es una especie protegida que no se puede cazar. Tras hablar con los ganaderos, la institución europea confirmó su negativa a modificar la Directiva Hábitats y no permitirá que el lobo se pueda cazar, pero el consejero de Fomento y Medio Ambiente está intentando conseguir mayor flexibilidad de la normativa para poder abatir ejemplares puntualmente.