Fue Aliste, antes más que ahora, tierra de yuntas y acarreos, familias en que abuelos y nietos, padres e hijos, tenían que dedicarse a atender las duras faenas de sol a sol, afrontar el agotador trabajo en cuerpo y alma, y a la vez encargarse de los niños y niñas.

En 1969 gracias a Marcelino Gutiérrrez Pascual nacía una iniciativa pionera en el medio rural zamorano: se pusieron en marcha las primeras guarderías infantiles en San Cristóbal, Sejas, Gallegos del Campo, Figueruela de Arriba y Mahíde. Seis años estuvieron los curas y monitores desarrollando una labor muy importante cuidando a los niños y niñas alistanos de entre 3 y 10 años que disfrutaban de estudios, comidas, meriendas, paseos y recreos. Fue tal el éxito que no solo acudían los pequeños del propio pueblos sino de otros cercanos. En el caso de Mahíde llegaron a superarse los 50 algún verano.

Era Marcelino un hombre adelantado a su tiempo y en época de individualismos él contribuyo a crear una cooperativa del campo en Mahíde y tras ésta, en el año 1984, otra dedicada a la ganadería. Niños y niñas de Mahide vivieron en 1977 una experiencia ya de por si importante para sus vidas de niños, hicieron la primera comunión, pero diferente, no fue en la iglesia, sino en la ribera del río Aliste donde Marcelino levantó un altar de piedra. Los padres siguieron sus sabios consejos y los niños llevaron trajes sencillos y la comida fue conjunta entre todas las familias. En 1984 iniciaba una nueva faceta como restaurador de ermitas e iglesias. En 1997 creaba su propia empresa de construcción con 8 empleos.