"No hay un gramo de miel en las colmenas, incluso las tenemos que alimentar con bolsas de glucosa". La pertinaz sequía y las heladas de la pasada primavera han dejado sin floración a las plantas de las que se alimentan las abejas. Eran los resultados que exponía Darío Carnero en la charla que ofrecía en Morales del Vino dentro de las actividades que conformaban el programa de la celebración del magosto durante el fin de semana.

Una conferencia a la que asistía numeroso público, sobre todo niños con sus padres, y que ampliaron conocimientos con la exposición del apicultor que mostró el trabajo con las abejas, desde la producción y la cosecha pasando por la extracción de la miel y las propiedades del producto. "La abeja obrera es la base de la colmena ya que son las encargadas de salir todos los días a polinizar las flores y recoger el néctar que transportan, almacenando la carga en su buche mielario en cada viaje. Una obrera transporta medio miligramo de miel y desempeña multitud de actividades, recolectan y transportan polen y néctar para producir miel, elaboran la papilla real que sirve de alimento a la abeja reina, limpian la colmena, fabrican los panales de cera y defienden la vivienda contra invasores y peligros distintos". Dentro del escalafón está también en zángano, que muere al fecundar a la abeja reina.

Se estima que en una colmena sana debe haber alrededor de 200 zánganos. Lo suyo es una mera cuestión biológica, pero importante, porque aparte de la fecundación, dan continuidad a la especie. "Se calcula que cada zángano come la producción diaria de seis abejas". Con la llegada del otoño, y cuando la reina ya ha sido fecundada, los zánganos mueren, así que su ciclo vital se reduce al periodo estival y nunca ven el invierno.

La abeja reina carece de órganos para el trabajo de producción de miel pero es la madre de la colmena, ya que su objetivo es la reproducción y dirigir la colmena para producir la miel necesaria para la supervivencia. Existe una abeja reina por cada colmena. Sólo utiliza las alas para ir en busca del zángano que le fecunde y el ritmo de puesta de huevos es impresionante, de dos a tres mil por día. Y a resaltar su comportamiento, único en la especie "ya que sabe cuando tiene que poner uno de macho o uno de hembra".

La charla dio mucho de si ya que tras la parte teórica y didáctica llegó la práctica, enseñando al público el traje del apicultor, así como las planchas donde están las celdas de la colmena y por último la degustación de la miel de jara y brezo. "Cuando se habla de miel de romero, azahar, o la planta que sea quiere decir que las abejas están cerca de esas especies y que las abejas se alimentan de sus flores".

Una comida popular a base de carne con patatas y el hermanamiento de las asociaciones culturales Moralvinos y Santiago Apóstol de Pontejos dio paso al típico magosto con otro producto santo y seña del otoño, la castaña, durante una tarde en la que también hubo tiempo para degustar los postres hechos con este fruto.