La compañía que pretende instalar en Villafáfila una granja de porcino con 2.000 madres para la cría de lechones asegura que sus instalaciones estarán "a la vanguardia, a nivel europeo, en sanidad, bienestar animal y medio ambiente", en palabras de su encargado técnico en Zamora, José Antonio Pérez.

El grupo empresarial Batallé, de origen gerundense, pone como ejemplo la granja Sanglas que abrieron hace ya cinco años en San Cebrián de Castro, cuya forma de trabajar ha sido alabada varias veces por las Administraciones públicas. Hace cerca de un año esta explotación recibía un premio especial del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente a la "innovación en sanidad, bienestar animal y medio ambiente" dentro de la convocatoria Porc d'Or que organizaba un instituto catalán.

Sus instalaciones cuentan con los sistemas de higienización y ventilación más modernos, nadie puede entrar y salir de las naves sin pasar por un proceso de desinfección que incluye cambiarse completamente de ropa, los animales se mueven con libertad, tienen juguetes, y casi todo está controlado por la informática. Hasta la alimentación de las madres se distribuye mediante robots.

Aun así, la granja de San Cebrián da empleo estable a 12 operarios y, además de la de Villafáfila, Batallé tiene proyectada una tercera explotación en Santovenia. En Villaveza del Agua existe otra granja de porcino que, aunque no es propiedad del grupo, trabaja para el mismo desde hace años. La empresa catalana emplea además a un veterinario y a un encargado técnico que controlan el funcionamiento de todas las explotaciones de Selección Batallé en Zamora y León.

Proceso productivo

La Granja Sanglas de San Cebrián de Castro cuenta en la actualidad con unas 3.300 madres -es de mayor tamaño que la proyectada en Villafáfila- que viven sueltas dentro de las naves. Su misión es parir a los lechones que, en el momento del destete, antes del mes de vida, son transportados a las granjas que el grupo posee en Cataluña. "Allí es donde se lleva a cabo el engorde de los animales, el proceso que más residuos genera", explica el encargado técnico José Antonio Pérez. Esto se hace porque sale más rentable transportar a los cerdos cuando aún pesan poco, y porque el grupo empresarial tiene sus mataderos y salas de despiece en esta región. Los secaderos de jamones se encuentran en Guijuelo y en la provincia de Granada, en Sierra Nevada.

Cada semana salen de San Cebrián de Castro varios camiones con más de 2.000 lechones hacia la provincia de Gerona. Con las nuevas explotaciones, el grupo pretende disponer de un total de 10.000 madres en Zamora para aumentar su producción, ya que se trata de una empresa en proceso de expansión que exporta gran parte de sus productos cárnicos a Europa y Asia, a través de Unexporc, propiedad del grupo Batallé.

José Antonio Pérez, natural de un pueblo de Zamora, presume de haber conseguido traer capital de Cataluña para invertir en su provincia "y crear riqueza aquí, cuando ese dinero se podrían haber ido a Cuenca o a cualquier otra parte". La inversión en San Cebrián asciende a tres millones de euros, Pérez se encargó de encontrar el terreno y de contactar con agricultores de la zona que colaboraran con la explotación. En el caso de Villafáfila, Batallé ha pagado las fincas "al doble de su valor".

El atractivo Zamora

Precisamente, la provincia de Zamora es atractiva para las grandes empresas de porcino por la disponibilidad de terreno sin construir, ya que en un radio de 2.000 metros alrededor de este tipo de explotaciones queda prohibido edificar. También debido a la abundancia de parcelas agrícolas para distribuir los purines generados, que se utilizan como abono.

Pero no todos los municipios zamoranos podrían acoger una granja de este tamaño, se requiere bastante terreno "vacío". De entre todos los posibles candidatos se eligió Villafáfila "porque nos lo pidió un grupo de agricultores de aquí", asegura Pérez. La granja ofrece sus purines a los profesionales del campo de los pueblos cercanos para que los utilicen como abono, de forma completamente gratuita. De esta manera, la empresa consigue esparcir los desperdicios entre cientos de hectáreas en las cantidades que exige la legislación. Ellos mismos se encargan del papeleo para dar parte al Servicio Territorial de Agricultura y Ganadería de qué cantidad de purín ha ido a parar a qué parcelas. "Los rendimientos en las fincas abonadas aumentan hasta 2.000 kilogramos de cereal por hectárea", afirma Pérez, "este verano los agricultores venían a la carrera para llevar el purín antes de que acabase", apostilla.

Olores y filtraciones

El purín se esparce en las fincas agrícolas cuando no se prevén lluvias. En el caso de San Cebrián de Castro el material se almacena, mientras tanto, en una balsa "impermeabilizada para evitar cualquier tipo de filtración" a las capas freáticas. La enorme piscina, situada al aire libre, tiene capacidad para albergar tres millones de litros de desperdicios. En esta época del año, después del verano, se encuentra prácticamente vacía, como se puede observar en la foto. Desde la empresa aseguran que aun estando llena "no huele porque la alimentación de estos animales de cría no es igual que la de los cerdos de cebo". Cada madre come la cantidad justa de pienso que necesita, y las crías solo toman leche de teta. Es cierto que de las naves no sale ningún tipo de olor gracias a sus sistemas de higiene.

El alcalde de San Cebrián de Castro, Francisco Javier Aguado Hernández, está "muy satisfecho" con la relación de la empresa con el municipio estos años, y asegura que "el olor solo llega al pueblo algunos días en los que se están esparciendo purines, ni siquiera cada vez que lo hacen, pero también generan olores otras explotaciones ganaderas del pueblo, igual que los generaría cualquier otra industria" y destaca que algunos de los empleados de la granja Sanglas residen en San Cebrián, por lo que su implantación ha contribuido a fijar población joven en la zona. El regidor, sin embargo, opina que "los ayuntamientos deberíamos exigir firmemente a estas empresas que siempre se de prioridad a los vecinos del pueblo que sean aptos para el puesto de trabajo, por delante de otros".

Actualmente, los purines se distribuyen arando el terreno para disminuir los olores, pero en el futuro se inyectarán en la tierra, eliminándolos completamente, destaca el alcalde.

Desde la empresa recuerdan que eligieron Villafáfila para su nueva granja a petición de los agricultores, que cumplen toda la legislación en materia de sanidad, bienestar animal y medio ambiente, yendo "más allá de lo exigible" y que su instalación creará empleo en la zona. No obstante, "si la Administración no nos lo permite o no nos quieren" la inversión "siempre se puede realizar en otra parte".