Las quemas controladas en terrenos forestales son una peligrosa arma de doble filo, tanto para la seguridad de las personas como del ecosistema en si, más aún cuando son realizada por personas de la tercera edad. Ya se han producido muertes a causa de ellas en Aliste. Por este motivo se aconseja que siempre, quien haga la quema, vaya acompañado de una segunda persona y además lleve una mochila de agua de alrededor de 16 litros y un bate fuego.

Los rematantes de los aprovechamientos forestales deberán mantener limpios de vegetación los parques de clasificación, cargaderos y zonas de carga intermedia y una franja perimetral de 10 metros de ancho. Los productos se apilarán en cargaderos separando entre si 10 metros las pilas de madera, corcho o leña y 25 metros cuando se trate de barriles de resina.

La normativa es muy clara sobre la utilización del fuego para hogueras y fogatas: "Como excepción, fuera de la época de peligro alto y medio de incendios, y únicamente para personas cuya labor profesional se desarrolle en el monte como pastores y trabajadores forestales, se podrá encender fuego para preparar su alimentos y calentarse, debiendo adoptar siempre todas las medidas de seguridad precisas para que el fuego no pueda propagarse".

Las peticiones de quemas en Aliste se centran en la destrucción de las ramas de las podas de árboles en otoño e invierno. En el caso concreto de los castaños la única manera de erradicar el chancro de ellas es el fuego. La mala práctica es juntar ramas y pellizos y quemarlas conjuntamente en la misma finca. Los expertos aconsejan hacerlo lejos de los castaños para que el fuego no dañe al árbol: sus ramas y raíces.