Por más que el campo y en general cada vez más toda la sociedad reclama agua, un sol de justicia acompañó ayer la fiesta de la vendimia de Venialbo. Más de cuatrocientas personas participaron en la tradicional comida de "patatas de vendimia" celebrada en la plaza del pueblo.

Tan resplandeciente se presentaba el día que en ningún momento se dudó de la gran cita gastronómica en la calle. Y allí, a los pies de la iglesia, miembros del equipo de gobierno y un buen puñado de vecinos se pusieron manos a la obra en el montaje del gran comedor al aire libre mientras otro grupo, desde las ocho de la mañana, se ponía a los fogones pelando patatas y preparando el bacalao. Esa colaboración vecinal es la que hace posible esta iniciativa, como otras que se organizan en el pueblo, en este caso la XV edición de la fiesta de la vendimia. Organizada por el Ayuntamiento de Venialbo, se cocinaron unos 200 kilos de patatas y 24 de bacalao que degustaron muchos vecinos e hijos del pueblo, otros llegados de fuera y miembros del Club Duero, que han elegido Venialbo para pasar el puente del Pilar desplazados en unas 25 caravanas.

El escenario se completaba por la mañana con unos ocho puestos en un pequeño mercado de artículos y productos de la tierra para conmemorar esta fiesta de la vendimia que Venialbo sitúa en el ecuador entre San Roque y Navidad. "La gente que está fuera viene al pueblo atraída también por estas actividades que, además de promocionar un producto muy nuestro como es el vino, crea lazos de arraigo y ayuda al mantenimiento de los negocios", apuntaba el alcalde, Jesús Vara.

Otros años ha pillado en plena vendimia, pero la escasez de uva de esta campaña ha limitado la recolección en un pueblo perteneciente a la D. O. Toro y que cuenta con cuatro bodegas adscritas. Por la tarde la actuación de Alberto Jambrina y Pablo Madrid, y la tradicional pisada de la uva a cargo de los quintos y quintas pusieron el broche de oro a una fiesta cada vez más consolidada.