La II Fiesta del Pastor y la Trashumancia convirtió ayer a San Vitero en el centro agroganadero del Noroeste poniendo en valor una ancestral tradición que durante siglos ha llevado, coincidiendo con el verano, a los ganaderos de ovino de Aliste a buscar los verdes pastos de las sierras sanabresas para la subsistencia de sus rebaños de pura sangre de raza autóctona Castellana.

Muestra de ello es que en los años 60 y 70 del siglo XX eran varias las cabañas donde los últimos nómadas ibéricos trashumaban con alrededor de 30.000 ovejas desde lugares tan distantes como Valer y Flores hasta Lubián, cuya cabaña dio lugar al documental "Los churreros de Aliste". La realidad es que en la comarca nunca hubo ovejas de raza Churra sino Castellana en sus tres variedades, blanca, negra -en peligro de extinción- y jarda, también conocida como "rebitajada", propia de la comarca. Hoy solamente alrededor de 7.000 ovejas alistanas mantienen viva la trashumancia.

La esquila a mano, por la festividad de San Antonio (13 de junio) -ese día los animales no trabajaban- era el prólogo a la salida por San Pedro Apóstol (día 29) para regresar por La Natividad (8 de septiembre).

Al regreso una de las costumbres más arraigadas era "el apartado" donde cada pastor, ayudado de sus familiares, había de separar sus ovejas para volver a sus pueblos con el rebaño propio. La tradición se trasladó ayer hasta San Vitero con la cabaña compuesta por ganados de Pobladura de Aliste, El Poyo y Gallegos del Campo para rendir homenaje a los pastores y a los ganados trashumantes.

La cita gastronómica -la carne de ovino criada en Aliste es un auténtico manjar- tuvo lugar a las 19 horas con una degustación de caldereta de cordero de raza Castellana.

Entre los pastores brilla con luz propia el orgullo por su profesión, "dura pero tan digna como cualquiera", sabiendo que crían corderos de alta calidad y a su vez ayudan con el pastoreo extensivo a mantener limpios los campos, valles y montes. No obstante, el pesimismo se va apoderando de muchos de ellos ya camino de la jubilación al ver que las nuevas generaciones pueden no continuar con la tradición: "Esto es un trabajo muy esclavo, no sabe de domingos ni fiestas de guardar, ni de horas ni horarios, vives las 24 horas del día y los 365 días del año dedicado a tus ovejas en cuerpo y alma". Además, la ocupación de las cañadas, las veredas y los cordeles amenaza seriamente a la trashumancia. Para mayor desgracia los campos alistanos están hoy agotados a causa de la fuerte y larga sequía.