El Santuario de Donado volvió a quedarse pequeño en la acogida a los cientos de devotos reunidos para honrar a la Virgen de la Peregrina. La tradicional romería transformó el pequeño pueblo en todo un centro de peregrinación, donde se dan cita, desde los hijos de Donado hasta gentes de todos los pueblos del entorno, de la comarca, Zamora, León o Galicia.

La jornada comenzaba bien temprano, a las 7.00 horas, con la alborada de gaiteros que anunciaba el Rosario de la Aurora. A partir de ese momento se sucedió la presencia de devotos con velas y flores a la Virgen enviada desde Oriente en el siglo XIX por Manuel Obelar (hijo de Donado), siendo obispo de Tonkin (Indochina). Fue en 1817, hace 200 años, cuando se colocaba la primera piedra del Santuario, cuyos muros custodian a la patrona y el tiempo no ha hecho más que engrandecer la devoción cada primer domingo de septiembre.

Dos siglos de devoción continuada que ayer renovaron los sanabreses durante la misa solemne, a la que siguió la procesión de la Virgen Peregrina por las calles de Donado. Hombres y mujeres llevaron en andas la imagen entre el sonido de las gaitas y tambores. Estandartes y pendones abrían el recorrido procesional hasta la entrada de nuevo en el templo, que a las siete de la tarde volvía celebraba la misa de los peregrinos.

La fiesta religiosa está acompañada de un gran mercado de puestos y atracciones en el entorno del Santuario. Un espléndido día permitió a los romeros recorrer los puestos y adquirir de todos, desde productos de la tierra procedentes de los huertos ahora en plena producción, hasta ropa, navajas, cacharros o dulces. El pulpo y las brasas atrajeron al público en las casetas gastronómicas.

Por la tarde el público pudo disfrutar con la actuación de los gaiteros en la plaza para cerrar la jornada festiva con una macro-discoteca.

Las fiestas de Donado concluyen hoy cuando en el templo se celebra la misa de difuntos y a las dos de la tarde la tradición de vinos y tapas con el baile vermut.

Con la Peregrina se abre el ciclo de romerías en el noroeste de la provincia, que continúan el 8 de septiembre con la Virgen de la Alcobilla.