El caso de la desaparición de Miguel Fernández, que fue visto por última vez el 2 de septiembre de 2016 tras salir a dar un paseo desde su casa en Gallegos del Campo, puede alumbrar datos reveladores si se confirma la identidad de los restos hallados ayer durante un rastreo programado por la Guardia Civil.

Medio centenar de agentes, con el apoyo de unos 80 vecinos de los pueblos del Ayuntamiento de Figueruela de Arriba y San Vitero, efectuaron una batida desde el cementerio de Gallegos del Campo, donde fue visto por última vez el anciano de 78 años, en dirección a Peña Furada. Un territorio perfectamente delimitado gracias a la coordinación entre la Unidad Central Operativa (UCO), la Policía Judicial y la Compañía de Puebla de Sanabria. La investigación estableció unos parámetros de búsqueda, de los que se han valido los agentes para acotar la zona donde pudieran estar los restos de Miguel Fernández.

Como clavos, a las 7 de la mañana estaban en la plaza de la iglesia de Gallegos del Campo un nutrido grupo de vecinos que atendieron la llamada del Ayuntamiento de Figueruela de Arriba, con su alcalde Carlos Pérez a la cabeza. El capitán de Policía Judicial dio las instrucciones sobre la forma de hacer el rastreo, dividido en seis sectores a lo largo de una extensión de 50 hectáreas.

La búsqueda sectorizada ha sido planificada durante semanas por agentes de la Unidad Central Operativa que han estado recorriendo pistas y cortafuegos hasta acotar el perímetro.

Ocho vecinos con cada tres guardias civiles que formaban un grupo compacto "para que no quedara ni un hueco sin revisar" precisa el alcalde de Figueruela de Arriba. El plan diseñado por la Guardia Civil dio en la diana y unas dos horas después de comenzar el rastreo, como a medio kilómetro del Gallegos del Campo por la zona del cementerio, aparecían los primeros restos, un hueso grande que podría ser de un fémur. A unos mil metros se localizaban otros huesos más pequeños, distanciados "posiblemente por el arrastre de los animales" precisaban fuentes de la Guardia Civil.

Las fotografías de estos primeros hallazgos fueron enviadas al forense que en una primera impresión, y a la espera del análisis más detallados, apuntaba que se podía tratar de restos humanos. El siguiente paso será contrastarlos con el ADN de los familiares de Miguel Fernández para ratificar que se trata de esta persona, desaparecida hace un año. Tanto su mujer como su hija Lucía se sumaron ayer al rastreo con evidentes muestras de emoción, una vez confirmada la aparición de huesos humanos, pero también con alivio ante lo que puede ser el esclarecimiento del caso.

"Hay que esperar a confirmar todo pero estamos más tranquilas, ha sido un año de incertidumbre muy duro" expresaba Lucía Fernández, especialmente interesada en dar las gracias "a todo el mundo que nos ha apoyado y ha colaborado en la localización de mi padre". La hija citaba expresamente a "los vecinos de todos estos pueblos, el alcalde de Figueruela, la Guardia Civil que desde el minuto cero nos ha estado informando. Ha sido impresionante la colaboración".

La operación de ayer demuestra que "la Guardia Civil cierra un caso cuando está esclarecido" explica el capitán de Policía Judicial. Y si en los primeros días fueron las unidades rurales las que se encargaban de la investigación, organizando los rastreos en los que llegaron a participar hasta 200 vecinos, a medida que se fue complicando el caso, sin pistas sobre el paradero del anciano, se refuerza con la Policía Judicial. "No se ha parado en todo este tiempo, la búsqueda se ha realizado ahora porque es cuando se han reunido los datos suficientes" aclaraban fuentes de la Benemérita. Una vez hallados los primeros restos no es descartable que aparezcan más, por eso la Guardia Civil pidió a los vecinos que en el caso de nuevas localizaciones de huesos, "hay que dejar una marca del lugar y avisarnos". El regidor Carlos Pérez incidió en la "labor extraordinaria" de la Guardia Civil y la "respuesta de los pueblos".