Los ganaderos sanabreses con reses en las sierras próximas a la Cabrera leonesa devorada estos días por el fuego se desplazaron ayer, con la noche encima, para alejar a los animales de sitio por temor a que las llamas pudieran alcanzar los pastos y afectarlos. Celso Gago, de Rábano de Sanabria, con casi un centenar de vacas en la sierra de San Ciprián, es uno de los que subió "a las cinco de la mañana" para cambiar a la cabaña de vacuno de lugar. Afirma que "de carambola" las había desplazado de sitio el pasado lunes, pero anteayer luego fue advertido por una agente medioambiental de que podía subir a la zona conocida como Tres Burros. Lo que vio al llegar, todavía con la oscuridad de la noche, fueron grandes manchan de fuego extendidas por los cerros leoneses y, a medida que avanzaba la alborada y el día, una inmensa nube de humo.

También se encontró a un guarda forestal "que llevaba toda la noche trabajando" y, para sorpresa, "un ciervo que se adentró a la zona quemada en vez de en la zona verde". Celso Gago pasó toda la mañana atendiendo el ganado y afirma que se extrañó de encontrar a los animales bien porque pensé que iban a estar más estresados "por el movimiento de los hidroaviones y helicópteros" movilizados para combatir el incendio forestal iniciado casi al anochecer del lunes y, al parecer, intencionado.

También fue cortada al tráfico la carretera que enlaza Sanabria con León por el puerto de Escuredo para evitar el riesgo de circular por esta vía con un incendio en plena expansión y con el trajín de los vehículos y de la maquinaria contraincendios desplazada a la zona. Por las dimensiones del frente de fuego ayer se sumaron nuevos medios a la zona, algunos procedentes de la provincia de Zamora, para tratar acotar un incendio que recorría la cabrera leonesa y se acercaba a la vertiente sanabresa y carballesa. La maquinaria pesada procedió a la construcción de cortafuegos en tanto que el amplio despliegue de medios aéreos descargaba una y otra vez agua sobre los frentes en llamas.

El Lago de Sanabria volvió a convertirse en un escenario fluvial de capital importancia. Los aviones anfibios surcaban de continuo sus aguas para cargar sus panzas ante los ojos de bañistas y turistas. El continuado ir y venir de los hidroaviones fue un espectáculo impresionante desde la mañana hasta el atardecer, y los vecinos de Ribadelago sintieron durante largas horas a los motores de los aparatos rugir sobre sus viviendas. Es de resaltar el sobresaliente operativo aéreos activado ayer en la Cabrera, que conllevó un verdadero carrusel de aviones sobre la superficie del Lago, con pilotos apresurados por no perder un minuto en regresar a la zona del fuego, puesto en plena evidencia por la gran nube de humo que sobresalía por encima de la sierra de San Ciprián de Sanabria y Escuredo.

Fue un despliegue de medios aéreos, mecánicos y humanos impresionante, formado por diez técnicos, veintiún agente medioambientales, helicópteros de Quintanilla, Rosinos, Villaralbo, Guadramiro, Rabanal, dos de Lubia, dos de Tabuyo, dos de Tineo, dos aviones anfibios de Labolla, otro de Matacán, de Talavera, de Torrejón, dos aviones de carga en tierra de Rosinos, un helicóptero bombardero de Plasencia, otro de Villares, dos de Tabuyo, un helicóptero de coordinación (Hotel), tres cuadrillas helitransportadas, cuatro brigadas, diez máquinas bulldozer, nueve autobombas, cuatro cuadrillas nocturnas, dieciséis cuadrillas de tierra, dos unidades de intervención de la UME, una Unidad Móvil de Meteorología y Transmisiones y un puesto de Mando avanzado de dirección de extinción.

La Junta de Castilla y León mantenía ayer noche el nivel 2 en el incendio por persistir las condiciones de riesgo para la población, debido a la extrema dificultad de control de los frentes activos a causa de la orografía abrupta de la zona, el viento cambiante y la extrema sequedad de la cubierta vegetal.