El pasado, presente y futuro de Corrales del Vino, "uno de los pueblos punteros y a la vanguardia, con una documentación muy ordenada y donde la desamortización no se llevó a cabo de la misma manera que en el resto de la provincia". Así lo exponía el historiador Miguel Ángel Mateos, durante la conferencia que impartió en el pueblo, que llenó a rebosar el salón municipal. La industria vinícola fue el principal atractivo con el que contó el pueblo que en 1870 contabilizaba 2.500 habitantes.

El conferenciante elogió el modelo de desarrollo que en su día tuvo Corrales, "muy parecido al del norte de España, con una pujanza que propició que en su día existieran dos escuelas públicas, y además dos colegios privados, uno para las señoritas y otro para hombres". Eran tiempos pasados, con una clase media importante y un peso específico en la economía en alza de la que dan cuenta, por ejemplo, las casas.

La filoxera, que atacó a las cepas, empujó a los agricultores a un cambio de cultivo. En Corrales del Vino existían las cajas de resistencia, que consistían en otorgar préstamos a los agricultores a través del arca de misericordia, a la que acudían aquellos campesinos que no tenían semilla para sembrar. Ellos se lo prestaban sin intereses. El modelo de agricultura pujante dio paso a industrias harineras en el pueblo, pero también fábricas de tejas, de zumaque y la clase media agraria se instaló en una localidad por donde discurría la Vía de la Plata y el ferrocarril, con importante conexión entre en norte y el sur.

Frente a la despoblación, el historiador apostaba por la transformación de la materia prima para fijar población, "porque Corrales fue un pueblo modelo y tiene que recuperar ese espíritu, pero para ello no hay duda de que se necesita mucha voluntad y entusiasmo".