Tras varias décadas de ausencia, he regresado a Sayago o Sa(nt)yago, paraíso de los etnólogos; a estas tierras del S.O. zamorano delimitadas por los ríos Duero y Tormes. Tierras limpias y pobres, tierras casi olvidadas. Allí donde se practicó -y se practica residualmente- una modalidad del comunalismo o comunitarismo agrario de ayudas mutuas, bases de interés cultural y "agricultural".

Enseguida te envuelve un paisaje granítico, aislado durante siglos al nivel de una supervivencia, dura, casi cruel y sombría que ayudaría a entender "la psicología endémica del sayagués: el pesimismo, el fatalismo, la desconfianza, la cerrazón al futuro...", en palabras del escritor y militar Justo Alejo, natural de Formariz de Sayago. Para muchos de nosotros más bien el sayagués es sobrio, tenaz o constante, laborioso, serio, honrado y con espíritu de sacrificio. Por lo demás, Sayago no es rico ni pobre. En la aldea más humilde, cada vecino cuenta al menos con lo indispensable para su vivir, cuya filosofía práctica le enseña a poseer sin desear. Qué duda cabe que una mayor comunicación con Portugal, mediante una adecuada red de carreteras, haría de esta bucólica comarca una

Hoy he regresado a Argusino, el de los sueños infantiles, a la casa con su alto portalón de piedra, su corral, la cortina con el huerto y su pozo, lindando con la era.

¡Qué lástima que ya no tenga una casa! He vuelto porque se que es inútil el intentar escapar de esta mi casa, inútil decir adiós, dolorosamente inútil. ¡Qué lastima de los valles, fuentes, pagos, cuestas, tesos, cerros, y de esas encinas y viñedos!

Aciago septiembre de 1967, cuando el embalse (la presa mal llamada de Almendra) anegó todo el pueblo y que ni siquiera llevase el nombre de esta tierra inundada

¡Qué lástima! Inútil querer dejar atrás tantos recuerdos despertados y hermosas nostalgias. Argusino, el pueblo que duerme, sepultado bajo las aguas del Tormes o ahogado por el "progreso", sin embargo, vive. Sí, "ARGUSINO VIVE" y se ha vestido de gala como manda la tradición en el primer domingo de mayo, (desde 1973 en la pequeña Ermita de Santa Cruz y en la nueva Ermita desde 1984) para celebrar la anual romería. Este año estamos conmemorando el 50 aniversario. Algunos, los menos todavía se preguntan qué vais a celebrar allí. Que sí, que el recuerdo se renueva cada año para evitar que la memoria colectiva también desaparezca.

El 12 de agosto celebraremos un homenaje, donde volveremos a reunirnos, aquí, los hijos de Argusino, familiares, descendientes, amigos y vecinos de los pueblos próximos de Sayago. El motivo será la conmemoración del 50 aniversario de la desaparición del pueblo, para ello procesionarán junto al pendón de Argusino, los pendones o Viriatos de los pueblos de Fariza, Argañín, Badilla, Cozcurrita, Mámoles, Palazuelo, Tudera y Zafara. Se trata de os ocho pendones o Viriatos que, cada año, acompañan a la Virgen del Castillo de Fariza.

Volveremos de nuevo en septiembre, coincidiendo con la celebración del Día del Ofertorio y ya no se adueñará por más tiempo en Argusino el silencio.