Los pueblos que el sábado por la tarde se veían rodeados por las llamas ayer volvían a respirar tranquilos, aunque el ambiente aún estaba impregnado del olor a la ceniza que seguía esparciendo el viento y que preocupaba a los agentes que aún trabajaban para que el fuego no se reavivara.

Bermillo de Alba

Los vecinos de Bermillo volvían a la normalidad conscientes del peligro que llegaron a correr durante unos instantes, cuando el fuego alcanzó las traseras de las viviendas más altas del pueblo. El joven Héctor Fernández pasó la tarde defendiendo de las llamas la nave ganadera que posee su familia, arando toda la finca para evitar que el frente se abriera camino hacia la construcción, "hasta las tres de las mañana no paramos de trabajar", explica a la puerta de su casa en Bermillo, donde descansa después de haber pasado toda la noche en vela, "hasta las seis sentíamos el fuego", asegura.

El incendio se aproximó al casco urbano de esta localidad a media tarde para continuar en dirección a Videmala. La cercanía del frente en un día de vientos cambiantes y, sobre todo, la ingente cantidad de humo que cubría el pueblo llevaron a las autoridades a preparar la evacuación de los vecinos, una tarea que se complicó debido a una de las carencias endémicas de la comarca: la mala cobertura de telefonía. El alcalde de Fonfría, que vive en el anejo de Bermillo de Alba, no tenía su móvil disponible cuando dieron el primer aviso desde la Junta de Castilla y León, minutos más tarde lo localizaban a través de la línea fija de su vecino y ordenaba tocar las campanas para reunir a sus paisanos en la plaza. Allí, los agentes de la Guardia Civil explicaron que llegarían dos autobuses para trasladarles al pabellón de Muelas del Pan, pero la mayoría de los bermillenses se resistían a abandonar sus viviendas al no percibir un peligro inminente. "Puede parecer que las autoridades se precipitaron, pero este tipo de acciones hay que prepararlas antes de tiempo, porque si no puede ser demasiado tarde. Mejor pasarse que no llegar", valoraba ayer el regidor, José María Ríos Fadón.

En lo que coincidían todos los vecinos de Bermillo es en que la magnitud del incendio se podría evitar cuidando mejor el monte. "El pastoreo apaga los fuegos, hace 50 años todas las familias tenían ovejas o vacas y no se daban estos incendios, ahora solo quedan tres ganaderías en Bermillo. Los políticos siempre salen hablando de apoyar a los emprendedores pero la realidad es que si quieres poner una explotación no te dan ayudas, solo problemas, por eso está el monte abandonado", comentaban los mayores del lugar.

Otra familia de esta localidad perdió en el incendio una gran cantidad de forraje a pesar de sus esfuerzos por mantener siempre limpios los alrededores de su nave ganadera, situada junto a la Nacional 122, "una chispa saltó a las pacas y ya se hizo imparable", comentaba el dueño, que logró sacar las vacas y los terneros de la nave a tiempo y poner los tractores a resguardo. Ahora está pendiente del seguro para saber si recuperará el valor de todo lo consumido por las llamas.

Videmala

En Videmala no sintieron las llamas tan cerca como en Bermillo, pero sus vecinos saben muy bien lo que es pasar miedo, pues ya sufrieron un gran incendio en 2012. Por eso, antes de que el frente llegara a su término algunas familias ya echaban agua alrededor de sus casas por precaución.

La gran extensión del fuego y la rapidez de su avance era el tema de conversación en el día de ayer. "Lo que tienen que hacer es encontrar a los responsables y ponerles un castigo acorde para que esto no se repita más veces", sostenía Pepi Lorenzo.

Mientras los parroquianos intercambiaban impresiones sobre el incendio en la terraza del bar, unos vehículos de la Unidad Militar de Emergencias iban a la cola del incendio y otros regresaban. La UME de San Andrés de Rabanedo llegó el sábado por la tarde procedente de otro fuego en Portugal, son los mismos efectivos que el pasado invierno hicieron prácticas en Trabazos para conocer la comarca en caso de inundación o incendio, pero en esta ocasión las llamas eran de verdad y el trabajo realmente duro, tanto que por la noche perdieron un camión, atrapado entre el fuego debido a una avería.

Ayer, los militares trabajaban en los últimos focos que permanecían activos en las inmediaciones del río Aliste, entre Videmala y Castillo de Alba, el punto tocado por las llamas más alejado del origen del incendio. El sábado por la tarde, cuando el fuego llegó al término de Videmala, los esfuerzos del operativo de extinción se centraron en conducir el frente hasta este punto para que muriera contra este rincón del embalse de Ricobayo.