Manjares son los productos de nuestra tierra y así lo volvía a demostrar ayer el Día de la Comarca con un "arroz a la zamorana" cuyos orígenes están precisamente ahí, en Aliste, donde nuestras madres, abuelas y bisabuelas y sus antepasadas hicieron de la cocina tradicional un plato estrella de colores y sabores para los días de labranza, fiesta y boda. Fue un día de otoño, de 1884, cuando José Alvarez Builla invitaba a comer a su casa de Alcañices a su amigo Ángel Muro y sobre la mesa de madera de negrillo su mujer les servía un "Arroz a la Zamora". Un manjar de los dioses que cautivo al ilustre visitante que en 1894 incluyo la receta alistana en "El Practicón", pionera guía de la cocina española dentro del "Tratado completo de cocina al alcance de todos y aprovechamiento de sobras" que logró vender 34 ediciones. Cazuelas de barro alfareras de Moveros para cocinarla y pequeñas para servirla. Nacida para los fríos días de otoño e invierno, -antaño las bodas tenían lugar cuando las tareas agrícolas y ganaderas menguaban-, que terminó por convertirse en nuestros días en una delicatessen con alma de arroz con orejas y patas del cerdo. Ternera de Aliste y cordero, moras y setas, pan y miel, castañas y hornazos. En un mundo donde las florituras se adueñan de la cocina nuestra tierra pone unos manjares de colores y sabores propios y al natural gracias a los cuales comer, además de una necesidad, es un placer: arte puro.