Los treinta componentes de la asociación cultural "Gaiteros de Moaña" compartieron la actuación de clausura con los alumnos y profesores de Escuela de Folklore de Puebla, en una tarde de sábado, que agrupó al público en torno al castillo.

Bajo la dirección del responsable de la escuela de Música Tradicional del Concello de Moaña, Xavier Blanco, la banda pontevedresa abrió el desfile con los gigantes desde la Plaza del Ayuntamiento a la plaza del Castillo. La banda deleitó con los temas recopilados en la comarca del Morrazo, e incluso alguna pieza orensana de baile de gigantes, con danza incluida de una pareja de cabezudos.

Xavier Blanco recibió de manos del alcalde de la villa, José Fernández, una placa de cerámica con la figura más longeva de los gigantes "la Negra".

El alcalde subrayó el folklore como una esperanza para los pueblos. "La gaita no se rinde", dijo, y ha renacido como instrumento representativo de un territorio, donde los más pequeños engrosan las aulas de música con sus 84 matrículas.

Los niños empezaron su concierto de percusión, tambor en mano, con el acompañamiento de las gaitas? y no al revés. Tras el beneplácito y los aplausos del público actuaron las gaitas, los tambores, las panderetas, en estudios avanzados, enriquecidos con los bailes de las aventajadas "estudiantes" de baile tradicional.

La escuela se enriquece tras 22 años de andadura con alumnos de toda la comarca, Asturianos, Barrio Cobreros, Codesal, Folgoso, Lanseros, Mombuey, Pedrazales, Puebla, Rionegrito, Robleda, Rozas, San Salvador de Palazuelo, Sandín, Santa Cruz de Abranes, Santa Eulalia del Río Negro, Vigo, Villardeciervos y Zamora, toda una geografía de sonidos ancestrales, rescatados de la desaparición que marcó los años 80.

Los gigantes condes de Benavente que residen en la villa se apuntaron a todo, desde los bailes sanabreses hasta la inauguración de la "Noche Romántica" en los pueblos más bonitos de Europa, donde participaron 300 pueblos.

La tanda de besos se inauguró en Puebla poco antes de las nueve de la noche, cuando los gigantes intercambiaron su beso después de seducirse en el baile, como en los viejos tiempos. Tras este primer beso, decenas de parejas coparon el castillo cerca de las doce de la noche, para completar esas 100.000 personas que compartían una multitudinaria noche romántica, con pose en fotocool incluida.