Apretó el sol desde primeras horas de la mañana, el vestuario de los caminantes era ligero y el placer de hacer senda juntos volvía a ponerse de manifiesto ayer durante la sexta edición de hermanamiento que llevaban a cabo los vecinos de Cabañas de Sayago y Mayalde.

El encuentro, que empezó con pequeños pasos, se va haciendo mayor y cada año crece el número de personas que disfrutan del placer del recorrido senderista por unos caminos camperos que en esta edición lucían de manera especial con hermosas tonalidades primaverales. Más de 200 senderistas recorrían seis kilómetros y medio por una vía de tierra por la que transitaron más de tres horas admirando la abundante vegetación entre la que se encuentran diferentes especies forestales como las encinas, los robles, las jaras o el alcornoque. El punto de partida, Cabañas.

A lo largo del recorrido, por un trazado de tierra muy bien conservado, los viajeros atravesaban diferentes dehesas como la de Santa Marina, de Villagarcía, o Villardiegua. Los peregrinos tuvieron tiempo y ganas para hacer ejercicio, "el medicamento más barato y más efectivo contra los dolores de la mente y el cuerpo", echar un parlao con los conocidos o los menos allegados y contagiarse de la alegría que compartían cuando en mitad del recorrido se hacía un alto para tomar un piscolabis en el que no faltaban los pequeños bocadillos, la pasta o el chupito. A las dos de la tarde llegaban a Mayalde con ganas de hacer fondo definitivo para disfrutar de la comida y de la jornada de convivencia agazapados en sombra.