La oyes cantar y te rompe por dentro. Rasga el sentimiento con una estética musical que hurga en lo más íntimo. Nadie que haya escuchado a Eva Valle sale indemne. Su seguiriya hace sangre y la soleá es un manantial que humedece el alma. Insultantemente joven, ha tenido un privilegio desde niña: su padre, Clemen, como maestro. ¿De Zamora y cantaora? Hay que tener ganas. Este viernes (20.00 horas) actúa en el teatro Lava de Valladolid, en el marco de una prueba para seleccionar a quienes disputarán la semifinal del Festival del Cante de las Minas de la Unión, el no va más del flamenco.

-22 años, toda una vida por vivir y usted va y se emp eña en ser cantaora en Zamora, o sea en sufrir para llegar, ¿no será un sueño de una noche de primavera?

-Tengo las cosas claras. Me gusta el cante y quiero estar ahí: cantar y dedicarme al espectáculo, con todo lo que eso conlleva.

-La prueba de este viernes en Valladolid es un buen punto de enganche. Ser seleccionada para ir al Festival del Cante de las Minas sería cumplir uno de los primeros retos de su carrera...

-Sí, así es. Pero ya no es solo la clasificación para estar en La Unión. Me vale la experiencia. Estoy en una etapa de mi vida donde busco sobre todo aprender, empaparme de todo lo que pase a mi alrededor, acumular experiencias. Sé que ir a un concurso de estas características me puede ayudar mucho.

-¿La minera la tendrá bien aprendida?

-Es obligatoria. Participas con cinco cantes y te puedes clasificar en palos diferentes. Aparte de la minera, cantaré una malagueña, seguiriya, fandangos mineros...

-¿Quien ha sido su maestro?

-Mi padre, claro, como desde que empecé a cantar. Es un profesor duro, pero al que respeto porque soy consciente de que tiene conocimientos que yo no tengo.

-¿Cómo lleva que su padre sea también su enseñante, quien le corrige sus errores y quien le regaña cuando tiene que hacerlo?

-No es fácil, pero los dos nos hemos acostumbrado a ese papel. Llevamos mucho tiempo haciéndolo. Yo reconozco su autoridad también en el cante. Él lleva mucho tiempo cantando y eso se nota. Además, él es un estudioso de este arte, una autoridad.

-¿Siguen alguna disciplina concreta en los ensayos?

-Ensayamos todo lo que podemos. Todos los días. Aprovechamos cualquier momento para hacerlo. A veces vamos en el coche y yo me pongo a cantar y él me dice "así no, tienes que incidir más en esta sílaba, subir aquí y no allí". Me corrige. En un primer momento no me gusta, pero después acabo reconociendo que tiene razón.

-¿Por qué quiere ir al Festival de las Minas?

-Lo que quiero, sobre todo, es aprender. Quiero enfocar mi vida hacia el flamenco. Aprender al máximo y conseguir que la gente disfrute escuchándome...

-O sea que está convencida de que su mundo va a ser el del flamenco...

-Así es. Pero a la vez soy consciente de las dificultades que tiene, que es muy difícil vivir del arte, pero yo lo quiero intentar y para tener algunas posibilidades de éxito hay que estar muy preparada, escuchar y cantar mucho, permanentemente.

-Lleva varios años actuando en escenarios locales, muchas veces en la provincia de Zamora, ¿pero está preparada para dar el salto?

-Para eso me estoy preparando. Ya cuento con un repertorio amplio. Y seguramente podría actuar durante más de hora y media en solitario si fuera necesario.

-¿Conoce todos los palos?

-Estoy en ello. No me da miedo ninguno. Y soy consciente de que para ser cantaora tienes que conocer todos los cantes. Otra cosa es que unos se te den mejor que otros, pero eso es normal

-¿Cuáles con los que van mejor con su voz, con su manera de interpretar?

-Me gusta cantar malagueñas, soleares, seguiriyas, tientos, granaínas, mineras...

-No le asusta nada...

-No, es necesario estar muy bien preparada, hay que escuchar, hay que interpretar. Si estas segura de ti misma, nada te tiene que dar miedo.

-¿Le van mejor los palos más exigentes o los de fiesta?

-Me van más los palos duros. Me encuentro muy a gusto con la seguiriyas y las soleares.

-¿Va a seguir actuando en los escenarios de la provincia?

-Claro que sí. Se aprende mucho. Este sábado actuó en Villanázar, un pueblo del norte de la provincia. Hasta sitios que antes no eran flamencos, ahora sí lo son.

-¿Está reviviendo el flamenco en la provincia?

-Es verdad que en los últimos años se ha producido un movimiento favorable hacia el flamenco en muchos pueblos de la provincia. Este arte siempre ha estado unido a lo rural y a determinadas tradiciones como los festejos taurinos, también a la caza. Los pueblos más flamencos son aquellos más taurinos. Así ha sido siempre.

-Ha resucitado el flamenco, pero también el "flamenquito".

-Así es. El "flamenquito" cumple un importante papel. Gusta a los jóvenes y alguno siempre se queda después en el flamenco. No están reñidos, aunque para hacer "flamenquito" se debería conocer a fondo el cante jondo.

-Choca que usted, tan joven, lleve muchos años interpretando jondo, un arte que está muy encasillado, que gusta, sobre todo a los mayores.

-He vivido este arte desde niña. Cuando iba a la escuela iba cantando por la calle. Las vecinas decían: "mira, ya viene Eva". Y en casa, igual. Y en la cocina. Mi hermano tiene que aguantarnos a los dos, a mi padre y a mi. A él no le gusta.

-¿Quienes son sus modelos?

-Siempre me ha gustado Antonio Mairena y Fernanda y Bernarda de Utrera.

-¿Y de los cantaores y cantaoras actuales, quien le gusta más?

-Me gusta la Argentina y también algunas de las cosas que hace Poveda.

-¿Es importante actuar siempre con la misma sonanta, tener un guitarrista preferido?

-Yo casi siempre he actuado con Antonio Regalado, pero también lo he hecho con otros guitarristas. Antonio me da seguridad y eso es muy importante.

-¿De componer, de momento nada?

-No, ahora lo que me interesa es conocer hasta donde puedo llegar. Ir perfilando mi propio estilo. Mi padre sí que tiene algunas letras, pero para eso hay que esperar, no hay prisa.

-¿No le impone respeto un mundo tan machista?

-Soy consciente de donde me meto y de todo lo que le rodea. Sin embargo, nunca se han marginado a las cantaoras, desde siempre la mujer ha tenido un protagonismo especial en el flamenco. Y así sigue siendo.